Para dar las gracias nunca es extemporáneo, aunque, aparentemente, el motivo por el cual se tiene ese detalle haya ocurrido tiempo atrás.
Con motivo de la dedicatoria con mi nombre de la calle de la Feria Internacional del Libro recibí hermosos y significativos presentes. De flores, que son mi debilidad, fui engalanada con corsages de Margarita Noboa y Rosario, mi hermana. También las amigas Desirée Cepeda, Alma Vásquez y Argentina Betances tuvieron ese detalle para mí en forma de preciosos arreglos.
Alma también se ocupó de la memoria gráfica. Con apenas tres días de haber traído al mundo a Clara María envió a su suegra con las flores y su esposo con una cámara fotográfica. Como es pintora, preparó un hermoso álbum al que le puso algunos detalles con el pincel, de flores y mariposas.
Margarita Noboa hizo otro tanto, pero de manera digital. Preparó un álbum al que le puso la fotografía más significativa del acto tanto al disco como a la cubierta.
En esa misma tónica, la querida Italia, la madre de mis hermanos con quienes yo me la disputo, me hizo un obsequio en cuya caja había plasmada una foto del acto.
Xiomarita Pérez y Mariela Vicini se inventaron un agasajo en horas de la noche en el Messon de Bari y la segunda también me obsequió una tableta, para ponerme a tono con la modernidad.
Recientemente acabo de recibir otro presente muy especial porque, cada vez que yo quiera, me hará vivir con todos sus detalles ese momento tan especial. Se trata de un vídeo con todas las incidencias que me obsequió la amiga y colega Lilliam Mateo.
Y no solamente tienen grabada la parte del acto, sino que además recoge las impresiones de familiares, amigos y colegas. Pero a través de esa memoria visual me doy cuenta de detalles de la ceremonia que en ese momento pasé por alto y contiene algo muy valioso: los versos que un poeta cubano improvisó para mí.