Acabo de recibir una nota informativa que da cuenta del otorgamiento de pensiones a un grupo de notables de la plástica. Indudablemente que se trata de verdaderas glorias del arte que merecen todos los galardones del mundo, pero la mayoría de ellos están en plena vida productiva y sus obras se cotizan muy caras. Por eso  no estoy de acuerdo con que se les otorguen pensiones.

Es más, los que están en esa situación deberían  renunciar a ese privilegio o, en su defecto, donarlas a alguna institución de servicios a los más necesitados.

En los últimos años el Gobierno, en ocasión de celebrar su día, ha otorgado pensiones a músicos, periodistas, médicos, artistas plásticos, locutores, y  a otros profesionales y en honor a la verdad, muchos de ellos las merecen, porque viven en condiciones de precariedad. Pero otorgar una pensión sólo porque se trate de una persona destacada en determinada área, aun que esté bien económicamente,  me parece una injusticia cuando hay otros profesionales y gente común  que viven en extrema pobreza.

La semana pasada uno de nuestros matutinos publicó un reportaje a la viuda de Mauricio Báez, con 107 años;  dice que ella está necesitada de dinero aunque recibe una ayuda del Estado de 18 mil pesos; Parece  que le van a aumentar a una cantidad mayor y eso me parece justo. Lo ideal sería que en cada renglón profesional se instituya un premio a la obra de por vida y que ese premio tenga una buena dotación económica; los beneficiados pueden ser más de uno y se hace entrega del día consagrado a esa disciplina.