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A medida que pasan los días percibo que la violencia intrafamiliar se incrementa y que deja un saldo de víctimas considerable, que incluye mujeres, niños y, finalmente, el agresor o victimario.
Los últimos días son un reflejo de lo antes dicho, con la muerte de una mujer, sus dos hijos y, finalmente, el ex marido que los mató a todos y luego se suicidó.
También ocurrió otro caso en la que el hombre tiró de lo alto a la mujer y una niña de apenas un año; por suerte están vivas, pero el hombre todavía está prófugo. Las víctimas de la violencia doméstica, sobre todo mujeres, son muchas; incluso, hay un considerable número de ellas que no acude a la Fiscalía ni a la Policía a poner las denuncias porque temen que les pueda ir peor si lo hacen y por eso aguantan y aguantan.
Hay otras mujeres que no han hecho conciencia de su dignidad y consideran que el hombre tiene derecho a pegarles, a golpearlas, y ellas deben quedarse tranquilas, porque ése es su papel, un papel de persona sumisa, que todo lo soporta en aras de la tranquilidad de sus hijos.
Lo que quizás no saben ellas es que sus hijos se sentirían mejor lejos de un ambiente donde reina la violencia, porque muchas veces, los hijos -de una forma u otra- también se convierten en víctimas
Es hora de retomar la campaña a través de los medios de comunicación, incluyendo los alternativos, para decirles a las mujeres que no se conviertan en víctimas de hombres salvajes, que creen que les deben pegar a sus compañeras o ex compañeras y hasta matarlas.
Es tiempo de que no se piense en esta realidad solo el 8 de marzo o el 25 de noviembre, porque ya una fecha hace muchos meses que pasó y para la otra aún falta mucho, y mientras tanto las víctimas se han incrementado. Sé que algunas ONG y oficinas gubernamentales están trabajando en ese sentido,pero no basta, hay que hacer más porque se están perdiendo muchas vidas valiosas.