Estoy totalmente de acuerdo con los planteamientos que hace el periodista Miguel Guerrero, quien, en una serie de entregas en el Caribe,  ha estado alertando acerca de la necesidad de que los periodistas nos manejemos apegados a la ética.

Dice el comunicador que “De un tiempo a esta parte se han venido  perdiendo los frenos en algunos medios de comunicación electrónicos, con gente que no mide el alcance de sus comentarios ni de las obscenidades de todo tipo que vociferan sin el mayor recato y con un desprecio absoluto a las buenas costumbres”.

Esa ha sido una vieja preocupación de gente vinculada o no a los medios, que ve con pena cómo ciertos programas de radio y televisión gozan de una gran audiencia y de buen patrocinio gracias a que cada vez más caen en la vulgaridad y en la difamación.

Los que hacen ese tipo de programa en nada les preocupa que los mismos sean alienantes,  y que en nada contribuyan a elevar el nivel intelectual de los oyentes o  televidentes.

Pero la preocupación de Miguel va más allá, porque él ve que si los periodistas no aplicamos cierto código ético, puede entonces el Gobierno, bajo ese argumento, intervenir y suprimir programas y caer entonces en la intolerancia hacia todo aquello que no le convenga.

Hace ya un tiempo el propio comunicador se refirió a la idea del Gobierno del presidente Leonel Fernández de crear un organismo con  facultad para decidir acerca del contenido de los medios con el pretexto de combatir la vulgaridad en la radio y la televisión, y sobre el particular  dijo que es “la peor amenaza que se haya cernido sobre la prensa”.

Es “un zarpazo que acabará destruyendo los espacios de opinión en el país”, porque “los gobiernos se valen de esas regulaciones  para silenciar a la prensa y acallar a sus opositores”, añadió.

De modo que, sin caer en la autocensura, busquemos una alternativa de decir la verdad, pero apegados a la ética y  a las buenas costumbres, por el bien de la libertad de expresión y del respeto a los demás.