Continúo con mi exposición del 1 de junio en la Academia Dominicana de la Lengua.
Trabajar en la Universidad Autónoma de Santo Domingo me ayudó mucho en el proceso creativo porque allí tuve la oportunidad de codearme con intelectuales de la talla de Pedro Mir, de Aída Cartagena Portalatín, y de otros catedráticos. La condición de empleada puso a mi alcance muchos libros, relaciones y vivencias que, indudablemente, contribuyeron a mi desarrollo intelectual.
La UASD se convirtió en la mejor escuela para mí, gracias a que tenía reales deseos y decisión de desarrollarme y a la calidad de personas como las que laboraron junto a mí.
A la par que desarrollaba mi labor en la UASD, ejercí el periodismo, unas veces de forma esporádica y otras más continua, como en el periódico HOY, donde permanecí cuatro años en la sección Temas, que me permitía libertad para trabajar de forma un poco distinta a la convencional. Eso me facilitó desarrollar facetas en el campo literario.
En dos ocasiones participé y obtuve el primer premio en el Concurso de Prácticas Secretariales en la Administración Pública que anualmente organizaba la Oficina Nacional de Planificación (ONAP). Esa experiencia me dio la oportunidad de que por primera vez un trabajo mío apareciera recogido en un libro.
Luego vino el Plan Decenal de Educación y el doctor Lorenzo Guadamuz, asesor principal del mismo, me escogió para trabajar en dos periódicos que se editarían para los estudiantes, uno para los del nivel básico y otro para los del nivel medio. Esas publicaciones iban a tener una sección llamada Los juegos de la tía Tata, que, precisamente, consistía en echar mano a la creatividad e inventarse juegos y textos para los lectores.
Esa fue una experiencia determinante para desarrollarme como escritora de literatura para niños, porque, aunque el proyecto no llegó a materializarse, a la luz de esa sección, empecé a escribir.
De ahí surgió el cuento Las mariposas, inspirado en las hermanas Mirabal.
Creía que tenía algo acabado, hasta que asistí a un curso de cuentos dictado por el señor José Luis Basulto, en ese entonces embajador de México en el país.