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Los últimos tiempos nos han sacudido con una crisis en todos los órdenes. Quizás para muchas personas lo más evidente es lo que respecta a la economía, pero realmente la crisis es general.
Por doquier escuchamos las quejas por los altos precios de los artículos sean o no de primera necesidad; vivimos a la defensiva porque sentimos que cuando vamos a realizar alguna transacción comercial, por pequeña que sea, el otro nos quiere estafar; evadimos salir porque la delincuencia está a la vuelta de la esquina y cualquiera puede ser víctima de la misma y hasta perder la vida.
Si ponemos atención a las noticias nos angustiamos por la magnitud de acontecimientos negativos que ocurren en nuestro país y en el resto del mundo.
Asimismo, nos asalta la preocupación de las amenazas que se ciernen sobre el planeta por el deterioro del medio ambiente y por los graves fenómenos naturales, enfermedades y otros males que se están produciendo como consecuencia del cambio climático, a los que no escapara nuestra isla.
En fin, que tenemos que pensar en la necesidad de que hay de unirnos para enfrentar todos estos males y por lo menos paliarlos.
Por ejemplo, conozco algunas asociaciones de familias que se reúnen mensualmente y alguno de sus miembros lleva artículos de primera necesidad que son adquiridos por los demás a precios mucho más baratos que los que hay en el mercado y eso es una forma de ahorrar; pienso que así mismo pueden operar las juntas de vecinos, los grupos religiosos y otros de carácter social.
Es cuestión de dejar caer lluvias de ideas y de actuar para ver cómo vamos superando las crisis.