Después de una tregua, con motivo de la reformulación de las páginas dominicales, retomo esta columna que de ahora en adelante será publicada los miércoles.
Para mí es sumamente grato escribir, porque es una forma de expresarme, ya que aunque lo hago en Tinmarín, al ser ese un medio dirigido a la gente menuda, no puedo abordar todos los temas y la manera de hacerlo también tiene que ser adecuada a esa población.
Pero, ya estoy de nuevo, casi comenzando el 2011, un año que espero me traiga experiencias favorables, a pesar de que su comienzo fue de duelo con motivo del trágico fallecimiento del párroco de San Simón Apóstol, el padre Clemente Furones.
Ya el 2010 también tuve un comienzo triste porque a apenas tres horas del inicio del nuevo año fue muerto un vecino, frente a mi casa, cuya verja también recibió impactos de balas, en un caso que todavía no ha sido esclarecido por la justicia.
Pero no todo puede ser tristeza. Estoy esperanzada en que tendremos un año mejor, que las situaciones negativas podrán ser superadas, en todos los sentidos. Por lo pronto, creo que en mi parroquia habrá dos nuevos sacerdotes, cuya ordenación iba a producirse minutos después del accidente.
En el país, confío en que tendremos más madurez para afrontar las dificultades y ayudar a superarlas. Son muchos los retos que tendremos en un año preelectoral y con grandes problemas por delante.
Y en lo personal, espero que Dios fortalezca mi salud para continuar mi labor periodística e intelectual a favor de la niñez, que tanto me gusta.
Y a ustedes, mis queridos lectores, ya lo saben, las Brisas serán los miércoles.