Bryce Echenique tiende a ponerse
en el pellejo de un Julios

Bryce Echenique tiende a ponerse<BR>en el pellejo de un Julios

MADRID, EFE.- Dice que es la realidad la que le hace ser fiel a su «pequeño mundo antiguo» y que tiende siempre a «ponerse en el pellejo» de un Julius de 5 años, el protagonista de la novela que escribió hace 38 años y que ahora se llevará al cine. Es Alfredo Bryce Echenique, un «cinemero» que solo tiene miedo a «actuar».

Aunque no tiene nada que ver con la producción ni la dirección, ni siquiera con el guión, Bryce Echenique se confiesa en una entrevista con Efe «implicadísimo» en que salga adelante la versión cinematográfica de «Un mundo para Julius».

La película es una coproducción hispano-peruana que se iba a empezar a rodar en febrero y que se ha tenido que aplazar al verano debido a la envergadura del proyecto, cuyo presupuesto se ha «disparado» hasta los 15 millones de dólares, quince veces más que cuando se puso en marcha la idea, hace tres años.

Nunca había querido vender sus derechos de autor al cine, pero Carmela Castellano -directora de Luca Producciones- le convenció con horas de conversación «en serio y en broma» y con mucha diplomacia para hacerle ver que todos aquellos «vejestorios» amigos suyos que él le proponía para hacer los papeles protagonistas no eran los adecuados.

 «Carmela me compró el alma un día cuando después de conocer a mis amigos, llenos de pánico ante la posibilidad de actuar, me dijo: ‘ya me has mostrado tu mundo, déjame trabajar con el mío'».

   En ese tiempo se había producido una «simbiosis» entre ellos, porque la productora había «asimilado» mucho de lo que él quería decir y se «entregó» cuando le dio la lista de las localizaciones de la película: «yo solo añadí uno y ella me dijo ‘perfecto’. En ese momento acepté».

   Es la primera novela suya que se traslada al cine porque en la otra ocasión en la que «casi» se hizo, con «La vida exagerada de Martín Romaña», el cubano Tomás Gutiérrez Alea se «empeñó» en que él fuera el protagonista.

 «Un mundo para Julius» (1970) cuenta la historia de una infancia que termina justo con el final de esa etapa, cuando el niño llora «con un llanto llenecito de preguntas», dice.

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