Cada vez más profesionales y aficionados de distintas naciones llegan al país a sumarse a la creciente, febril, emocionante y palpitante actividad de exploración de cavidades subacuáticas, conocida como espeleobuceo.
Distintos grupos organizados, dominicanos y extranjeros, recorren las zonas costeras y comunidades rurales para filmar y fotografiar maravillosos manantiales subterráneos y espectaculares cavernas.
Poco conocido en el país, el buceo o espeleobuceo, es una actividad no apta para cardíacos. Se requiere de valor, experiencia y destreza para explorar las profundidades de un mundo subacuático desconocido. En muchas zonas rurales espeleólogos dominicanos exploran cuevas secas, muy comunes en el país, ya que nuestra geografía tiene una gran cantidad de territorio Kárstico, lo que hace que existan muchas formaciones rocosas.
Sin embargo, como el buceo, no es explotado a su máxima extensión en el país; y la gran cantidad de personas que se dedican a este deporte son extranjeros. A pesar de ello, existen muchos dominicanos que se han ido incorporando al conocimiento del maravilloso mundo subacuático.
Los fines de semana, los intrépidos buzos de cavernas se dispersan a explorar. Algunos van al Sur profundo, donde han sido registradas unas 15 cuevas en la provincia de Pedernales. En las proximidades de Santo Domingo, en la parte Este, y en Boca Chica, hay numerosas cuevas que son frecuentadas por exploradores. La zona de Bávaro, Punta Cana, Bayahíbe y La Romana atraen a muchos entusiastas que se afanan y arriesgan por contemplar estas maravillas naturales.
La práctica del espeleobuceo requiere de equipos especializados diferentes al de los buceadores normales, como tanques dobles, dos reguladores, carreteles de línea guía, carreteles de seguridad, tres linternas como mínimo y, lo más importante, que es el entrenamiento adecuado para el buceo en cuevas.
Protección. Gracias a la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales 64-00, aprobada en el 2000, y la ratificación del país como Estado parte de la Convención Ramsar sobre Humedales, las corrientes de aguas subterráneas albergadas por miles de cavernas sumergidas pasaron a estar reglamentadas por estas normativas y a ser sujeto de protección y conservación en nuestro país.
El artículo 160 del capítulo vii de la Ley 64-00 protege las cuevas, cavernas y demás cavidades subterráneas naturales del territorio nacional, al declararlas como patrimonio natural de la nación.
De manera especial, el artículo 161 enfatiza que debe existir la protección de los acuíferos subterráneos, ordenando evitar cualquier tipo de contaminación o uso de los mismos que sea contrario a lo que ordena la citada ley.
Valores naturales. Las cuevas sumergidas son consideradas como humedales subterráneos y, por consiguiente, como una importante reserva hidrológica del planeta, susceptibles de ser incluidas como Humedales de Importancia Internacional para su protección y manejo, en la lista de la Convención Ramsar sobre Humedales.
En esta Convención son definidas como sistemas kársticos y otros sistemas hidrológicos subterráneos, que abarcan a todas las cavidades o espacios subterráneos con agua. Estos humedales generalmente poseen muchos valores naturales y, a la vez, gran importancia socioeconómica. Esto así pues son fuentes de abastecimiento de agua para las comunidades humanas, principalmente aquellas que viven en zonas muy áridas y secas.
Además de suministrar el agua para el ganado o la agricultura, los humedales subterráneos son un invaluable recurso natural.
Usados de manera racional, pueden reportar muchos beneficios a la comunidad, como destinos para la recreación y el turismo.
En el proceso de formación de las cuevas siempre el inicio será el mismo: la filtración de agua desde el exterior a través de fisuras o grietas producidas en las rocas por fuerzas naturales de intensidad variable.
La mayoría de las cuevas se encuentran en terrenos sedimentarios, de millones de años de antigüedad, formados por la acumulación de capas bajo las aguas del mar.
ZOOM
Glosario de términos
Bolívar Sánchez, Denis Bouret y José Alejandro Alvarez, en su trabajo Cuevas Sumergidas de la República Dominicana, hacen las siguiente observaciones.
Aguas subterráneas:
Aguas subsuperficiales situadas bajo el nivel freático en la zona saturada o freática.
Cenote:
Grandes depresiones en forma circular y de embudos originadas por el terreno que se hunde cuando colapsa una cueva. Su diámetro es similar a su profundidad y sus paredes son verticales.
Concreción:
Son las acumulaciones de carbonato de calcio que se depositan muy lentamente en distintos puntos de las cuevas.
Estalactitas:
Son concreciones del tipo cenitales que se originan en el techo.
Estalagmitas:
Son concreciones del tipo pavimentarias, que se originan por el calcio acumulado en el piso.
Columnas:
Algunas concreciones pueden tener dos orígenes a la vez. Las columnas se forman cuando una concreción nacida en el techo se une con otra que se inició en el piso. El origen general de las concreciones siempre será el mismo: la acumulación de carbonato de calcio.
Excéntricas:
Son concreciones menos conocidas. Su crecimiento es ramificado en cualquier dirección y según el proceso de su formación pueden ser antoditas o helictitas.
Antoditas:
Se encuentran en zonas con corrientes de aire, cuyo desarrollo se produce merced al flujo artificial.
Helictitas:
Se forman con la colaboración de un canal central por el que discurre el agua, en cuyo alrededor se precipita el carbonato cálcico.
Coladas:
Concreciones que se originan en las paredes de las cavernas.
Banderas:
Concreciones formadas por el agua que gotea en los techos de las cuevas, que por su forma se asemejan a telas que cuelgan.
Gours:
Concreciones que se desarrollan sobre pendientes por las que circula el agua, en forma de tabiques escalonados donde se acula el agua.
Conductos:
Espacios formados por disolución, comprendidos entre fisuras y túneles tubulares engrandecidos; en ocasiones, el término se refiere exclusivamente a los espacios llenos de agua.