Para Philip Lehman, un apasionado y experimentado buzo francoamericano que ha explorado durante 11 años profundas y peligrosas cavernas, éste no es un deporte, ni una aventura, ni un pasatiempo. Es parte de su propia existencia.
Cuando buceo en cavernas, es como estar en otro mundo. Es algo indescriptible. No tengo palabras para describir la emoción, la grata sensación que siento cuando buceo con mis amigos en las profundidades subacuáticas.
Lehman es parte del grupo Dominican Republic Speleological Society (DRSS), una organización sin fines de lucro. Otros integrantes son Cristian Pittaro, argentino; Thomas Riffaud, francés; Dave Pratt, norteamericano; Victoria Alexandrova, rusa, y Mairobi Herrera, dominicana. Ellos reciben el apoyo permanente de amigos, buzos y científicos residentes en el extranjero y en el país.
¿Alguna vez ha sentido miedo, terror o sensación de peligro mientras bucea en cavernas?, se le pregunta a Philip. Sí, en ocasiones he experimentado esas sensaciones. Cuando se bucea en cuevas o cavernas, uno tiene que conocer sus límites, pues podría ocurrir un accidente lamentable.
Siempre hay riesgos en las sumersiones bajo las profundidades. El peligro siempre acecha. Pero la experiencia no se improvisa. El grupo de buzos ha explorado exitosamente cavernas en las costas dominicanas, desde Boca Chica, La Romana, Bayahíbe, Nagua, la zona norte y todo el litoral de la región Este.
En dos ocasiones mi vida ha estado en peligro mientras buceo. La primera vez fue cuando quedé atrapado en una caverna muy estrecha. No podía moverme. Casi no podía respirar. Felizmente, salí del trance y me sentí aliviado. En otra ocasión me enredé con el hilo, pero también superé esa dificultad.
Lehman y sus amigos no esperan encontrarse bajo el agua con monstruos marinos ni prehistóricos. Eso está reservado a las escenas cinematográficas de películas de ficción. Sin embargo, individualmente, los buzos narran historias fantásticas.
A veces, mientras buceamos en cavernas, uno imagina muchas cosas. La mente humana es muy fértil y te hace ver grandes sombras y cosas irreales.
Según Philip Lehman, ninguno de ellos pretende lograr un hallazgo histórico o un inmenso tesoro en una de las cavernas que exploran. Una cueva grande es más que un tesoro para nosotros, y encontrar y explorar una nueva caverna, hacerlo por primera vez, entrar y estudiarla, es el mejor premio del mundo. Es un privilegio que muy pocos buzos tienen en la vida.
También llegan las frustraciones. Un día, Lehman trataba de localizar una cueva en la laguna de Cabarete. Pero no tuvo éxito.
Pasó largas horas sobre un pedazo de tabla de windsurf cruzando de un lado a otro, y no encontró la cueva. Cuando intentó regresar en horas de la noche, se extravió y duró largo rato para salir.
El susto más grande de mi vida ocurrió mientras exploraba una cueva nueva. Ocurrió un derrumbe inesperado y pensé que había llegado mi final, que ese día iba a morir. Pero con un poco de suerte yo escapé de debajo de las rocas y solo me lastimé la rodilla. Tuve que operarme y durar muchos meses sin bucear.
Práctica de inmersión. Entre los pueblos de la antigüedad, las primeras noticias que se tienen de la práctica de la inmersión son del año 168 A.C., cuando se utilizaron buzos para recuperar el tesoro que Perseo, último rey de Macedonia (Grecia), lanzara al mar.
En los Problemas de Aristóteles se mencionan dos tipos de aparatos de inmersión. Uno de ellos es la lebeta, un antecedente de la campana de buzo, que consiste en un gran recipiente metálico que se coloca invertido en el agua, lo que permite aprisionar en su interior el volumen de aire que su capacidad admita.
Uno o más buzos se acomodan en su interior, desde donde realizan salidas al fondo del mar.
El otro instrumento mencionado es un tubo respirador muy parecido al actual snorkel.
Atracción turística. Actualmente República Dominicana es visitada por un flujo moderado de turistas interesados exclusivamente en el buceo de cavernas, y creemos que si el Ministerio de Turismo le presta atención a esto, el país se podría convertir en un destino favorito para este deporte, ya que cuenta con maravillosos manantiales que cumplen con los requisitos para un magnífico buceo.
El espeleobuceo, también llamado cave diving, es uno de los deportes de mayor riesgo que existe en el mundo.
Un pequeño error podría provocar la muerte al instante.
Sin embargo, gracias a esta actividad, podemos obtener datos y evidencias de primera mano que apoyan investigaciones científicas en diferentes áreas del saber, como lo son la arqueología, hidrología, geología y biología.
Nuestro grupo intenta crear una conciencia más conservacionista de los manantiales para ayudar a protegerlos. Todos somos buzos fanáticos de este ambiente. Dedicamos nuestro tiempo a la exploración y búsqueda de nuevos manantiales, los relevamos, hacemos el mapa del manantial y tenemos esta información disponible para cualquiera que la pueda necesitar.
¿Qué obtenemos de esto? Primero, nuevos lugares de buceo y crear una conciencia conservacionista, esperando crear un interés particular en el Gobierno por los manantiales, intentamos habilitar muchos de estos lugares para poder tornar la mirada de buzos de cueva de todo el mundo en esta dirección.
Cada cueva que relevamos y preparamos para que el buceo sea seguro dentro de ellas es un nuevo punto de interés turístico, es por eso, también, tan importante que estén bien documentadas y conocer la complejidad de cada sistema para ofrecer la información y que la gente sepa cuáles son adecuadas para su nivel de capacitación.
Hay distintos tipos de cuevas, en las que se necesita utilizar diferentes equipos para bucear; uno decide su nivel de capacidad y qué tanto riesgo está dispuesto a tomar.
Esperamos como objetivo que nuestra información sea útil a los organismos nacionales y ayuden en el planeamiento urbano futuro.
Confiamos que se tome en cuenta la ubicación de los manantiales bajo el suelo y que ayuden a prevenir el vertedero de basura en las aguas, evitando la contaminación que pueda impedir el uso futuro de éste líquido vital.
Zoom
Cuevas exploradas en R.D.
El Dudu (Cabrera)
El Chicho (Bayahíbe)
La Jeringa (Bayahíbe)
Padre Nuestro (Bayahíbe)
El Toro (La Altagracia)
La Roca (Santo Domingo)
Cueva Taína ( Santo Domingo)
Guabansex (Santo Domingo)
Jardín Oriental (Santo Domingo)
La cueva de David ( La Altagracia)
Manantial La Oculta (zona norte)
Cueva el Árbol (zona norte)
Cueva de los Murciélagos (zona norte)
Cueva El Pantano (zona norte)
El Cristal (zona norte)
Jurassic Park (zona norte).