No obstante a ser anti reeleccionista por principios y convicción desde mis inicios periodísticos en el vespertino El Nacional, siendo hijo de un senador reformista en los funestos 12 años de gobierno de Joaquín Balaguer, tengo que reconocer la buena pieza oratoria del presidente Danilo Medina en su rendición de cuentas correspondientes al 2018.
La misma ha sido objeto de encendidas críticas, algunas lanzadas desde antes de concluir su extensa exposición, otras más sosegadas y cuestionadoras de los temas omitidos convenientemente, porque ante su insoslayable realidad resultaría un absurdo, indigno de un estadista, pretender tapar el sol con un dedo.
Danilo Medina Sánchez no tiene entre sus virtudes el dominio de la oratoria y así ha quedado evidenciado en diferentes oportunidades que no vienen al caso, pero al igual que el finado ex presidente Antonio Guzmán Fernández, tiene un estilo campechano que sintoniza con la gente del pueblo como se aprecia en sus visitas sorpresas.
En su prolongada exposición anunció, aunque sin identificar las fuentes de los recursos, unos justos y esperados aumentos de salarios en el sector público que beneficiarán a los empleados del Estado empezando por los de menores ingresos que verán sus sueldos duplicados y así en lo sucesivo hasta beneficiar a todos los que devenguen hasta 30 mil pesos mensuales.
Esto representa un paso importante en la precaria economía de los empleados públicos de menores ingresos y tendrá que influir en el aumento a los empleados privados. También, el presidente Medina anunció un incremento en las pensiones y jubilaciones del sector oficial y varias medidas positivas que por razones de espacio serán omitidas, pero que benefician su evidente proyecto reeleccionista.