Buen indicio

Buen indicio

Cada vez es mayor el número de organizaciones y personalidades que manifiestan queja y disconformidad por la crisis moral que está afectando a este país, y el hecho de que así ocurra es ciertamente un buen indicio.

Muchos, con pesadumbre pero sobrecogidos por un derrotismo extremo, se han limitado a idealizar el concepto de que aquí «no hay cárcel» para encerrar a fulano, o justicia para castigar cierto tipo de delito, refiriéndose siempre a las situaciones en que median las grandes influencias y el poder.

Eso, y un persistente estado de impunidad, ha hecho que el nuestro sea un país de mafias, en el cual el poder, las influencias y las habilidades para las malas artes permiten burlar la ley y despreciar la moral.

En una buena parte de nuestra sociedad está muy arraigado el criterio de que el irrespeto a la moral es una virtud en vez de una falta grave, generadora de incalculables perjuicios para la salud de los individuos, la familia, las instituciones, el país.

–II–

A muchos dominicanos les inspiró la sensación de que una vez desarticulada la tiranía que encabezó Rafael Leónidas Trujillo, el país tomaría el rumbo de la consolidación moral, del afianzamiento de las instituciones en base a la dictadura de la ley y la exaltación del decoro.

Desgraciadamente, los sedientos de poder diluyeron estas ilusiones y del mismo modo que en el plano político se plegaron al derrocamiento del primer gobierno democrático, se asociaron a las causas espurias para alcanzar poder en todos los sentidos y a como diera lugar.

A tanto tiempo de desarticulado el régimen trujillista, aquí no se ha visto que se haya condenado a nadie por corrupción, tráfico de influencia, apropiación ilícita de los bienes del Estado y otros crímenes y delitos políticos, económicos y sociales.

–III–

Decimos que es un buen indicio la creciente preocupación por la crisis moral porque las manifestaciones en este sentido son un síntoma de que la sociedad se siente cansada del estado de cosas.

Es un buen síntoma que el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa, reconozca que nuestra justicia es lenta y además mal aplicada, y que la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS) advierta que hay una grave crisis moral con ramificaciones en todos los sectores e instituciones, y que un tanto antes Participación Ciudadana exigiera voluntad política para castigar la corrupción.

Las sociedades suelen rechazar lo que les resulta nocivo. Lo hacen por diversos medios, inclusive el voto. para desalojar del poder lo desordenado, irrespetuoso, inmoral.

El hecho de que tantos sectores diagnostiquen que andamos mal de la moral, que abunda la impunidad, debe inducir a la búsqueda de remedios, de que las instituciones recuperen su peso, valor y se hagan merecedoras de respeto, todo ello por medio de las conductas de quienes vayan a servir en las mismas.

Sentimos optimismo por estas disconformidades porque son indicio de que, al menos, anhelamos un remedio y que está cerca el momento de que nos decidamos a buscarlo.

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