Buen propósito

Buen propósito

La Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), que por cierto ya debería cambiar esa denominación por una que reconozca su jurisdicción nacional, está ocupada en estos tiempos en poner orden donde hay caos, y en ese propósito debemos darle respaldo.

El transporte de pasajeros, sobre todo por medio de automóviles, no puede continuar operando con el desparpajo que le caracteriza ahora y que, aparte de crear trastornos en el tránsito, se presta para acciones reñidas con la ley.

La rotulación de los carros del concho y su organización para trabajar alternadamente es la vuelta a una práctica que dio muy buenos resultados hasta que las propias autoridades, durante varios gobiernos, relajaron la concesión de rutas y la convirtieron en un lucrativo negocio.

–II–

No puede seguir ocurriendo que el transporte de pasajeros continúe siendo operado por automóviles sin distintivos de inscripción, sin identificación de rutas y hasta con placas privadas.

Aparte del mayúsculo desorden que provocan en el tránsito, la situación ha facilitado la incursión de delincuentes que se dedican a asaltar pasajeros, participar en atracos, traficar con sustancias prohibidas y otras actividades reñidas con la ley.

Un transporte de pasajeros manejado en semejantes condiciones de libertinaje no ofrece ninguna garantía para los pasajeros y reduce significativamente la rentabilidad que podrían obtener los auténticos transportistas en base a un régimen bien organizado y regulado.

Hubo una época en que el transporte de pasajeros operaba de manera organizada, con vehículos diferenciados por medio de colores y rótulos que indicaban claramente las rutas en que estaban autorizados a operar. En lugar visible en el interior de cada vehículo era obligatorio colocar una “tablilla” con la fotografía y la identificación del conductor, como forma de proveer seguridad a los pasajeros.

–III–

La organización del transporte es, sin duda, un paso importante en la supresión del caos que predomina en las calles capitalinas.

AMET, que debe ser reforzada con más personal para poder cumplir todas las tareas que tiene a su cargo, deberá, también, “meter en cintura” a los conductores de minibuses y autobuses y establecer regulaciones sobre el establecimiento de paradas o terminales.

En los últimos tiempos hemos visto a choferes armados sacar por la fuerza los pasajeros que ocupan vehículos que, según afirman, operan ilegalmente en algunas rutas. Han agredido a ciudadanos, incluyendo militares, cuando transitaban en vehículos de su propiedad junto a sus familiares.

Bajo ninguna circunstancia se puede permitir que los pasajeros pasen por estos riesgos, solo porque haya quienes se creen con derecho de exclusividad sobre las rutas de pasajeros.

AMET merece ser respaldada en este intento por ordenar el transporte.

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