Buena noche para repensar

Buena noche para repensar

Mañana en la noche gran parte de la humanidad celebra el nacimiento de Jesús. Las escrituras y la tradición lo ubican en un pesebre adonde acudieron “pobres pastorcillos” y reyes representativos de riqueza y poder portando “oro, incienso y mirra” como para testimoniar indistintamente la pleitesía a rendir por todos pero consciente del Levítico 19: “No serás parcial ni por favorecer al pobre ni para honrar al rico”.
La noche propicia el repaso de lo que celebramos y lo que le antecede o sucede a través del tiempo. Si hemos cumplido los preceptos dictados que precedieron al nacimiento de Jesús y en qué medida nos hemos sometido al imperio de ellos, y de sus leyes derivadas como consecuencia de la evolución de la sociedad a los niveles de formalidad hoy imperantes.
Muchos temas pueden ser objeto de una reflexión apropiada en función de las enseñanzas del celebrado relativas al orden social, de justicia y solidaridad, que de Él se deriva hacia nuestros semejantes.
Deberíamos agendar situaciones de nuestros compatriotas. De los 700,000 dominicanos que carecen de oportunidades de trabajo digno y de calidad para ganar el sustento familiar responsables que el 8% de nuestra población viva en pobreza extrema. Según Latinobarometro, el 60% no les alcanza sus ingresos para satisfacer sus necesidades como la alimenticia que el 42% de los encuestados considera no ha tenido comida suficiente para alimentarse.
Hemos de pensar y repensar en la enorme cantidad afectados por la desigualdad y concentración del Ingreso propia de la injusticia tal y como señala el Banco Mundial: el 20% más pobre solo tiene el 5% del ingreso total, mientras el 20% más rico disfruta del 53%.
Y en general que disponemos un Índice de Desarrollo Humano – medido por salud, educación, seguridad, transporte, electricidad, etc – por debajo del promedio de Latinoamerica no obstante el cacareo del alto crecimiento económico. Este cuadro desfavorable que tanto afecta a pobres de hoy representando los pastorcillos de ayer apunta hacia los poderosos de hoy equivalentes a reyes magos de ayer.
A ellos, “vestido de ropa fina… y de lujo en los palacios” (Mt.11.7) les cabe las amonestaciones del Levítico: “No robar ni defraudar ni engañar al pueblo”. Y la condena a la explotación, a “no dormir hasta el día siguiente el salario del trabajador”. A los jueces les manda no dictar “sentencias injustas”. A los gobernantes “No andar con cuentos para aquí para allá”.
Repensemos esta noche nuestra obligación de, como el salmista, “cuidar la cepa que plantamos” (80.15) para no convertirnos en la “caña agitada por el viento” aludido por el nacido una noche como la de mañana.

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