BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Millares de niños de origen dominicano practican deportes en Estados Unidos. Entre otros practican beisbol, lo cual es una muy buena noticia. La prensa deportiva, usualmente muy sabrosa, destaca que allí están los continuadores del excelente desempeño de Alex Rodríguez, Manny Ramírez y otras estrellas del beisbol.
También se citaba con orgullo el nombre de Félix Sánchez. Recuerdo un compañero de juegos de beisbol a quien llevaron a Estados Unidos y en el entrenamiento le ordenaron tirar 100 bolas a primera, 100 bolas a segunda y 100 bolas a tercera. Ahora entiendo: eso se hace cuando no se quiere la persona.
¡Qué bueno! que los hijos de dominicanos participan en las actividades deportivas de sus escuelas, de sus barrios.
Mi tío Pedro Julio Gautreau me mandó un gorro blanco, una muda de ropa de fajina de la Marina de Guerra y un guante de beisbol marca Wilson. En ese momento era el único guante de verdad que había en el play. Los demás o estaban rotos o eran de fabricación casera, ¡muy buenos!
El sistema escolar impone la práctica de deportes, el estudio de música y artes plásticas.
En mis tiempos de estudiante de escuelas públicas, los niños recibíamos clases de gimnasia, volibol, campo y pista, música y artes plásticas.
Ahora es una gran cosa que los hijos de dominicanos residentes en Nueva York practiquen deportes. Ello garantiza la continuidad de la excelencia deportiva dominicana. Pues no. Si resultan, Dios lo quiera, grandes estrellas, serán fruto del la enseñanza, del tesón, de la decisión de instructores y atletas en Estados Unidos. Aprenderán que Jalisco era mexicano y que los deportes enseñan a ganar y a perder.
Recuerdo a Massena Vargas, Claudio de los Santos Herrera, José Antonio Moquete Capell, Bienvenido Peláez, instructores de deportes. A Rafael Altuna, Jacobito Sterling y otros dirigentes del beisbol.
Esos instructores y dirigentes enseñaron moralidad, caballerosidad, espíritu competitivo, higiene, solidaridad, respeto a las ideas y a las acciones del otro, siempre que no violaran la disciplina ni el trabajo en equipo.
Para eso sirven los deportes, en primera instancia. Luego, la dedicación a tiempo completo es otra cosa.
Es en la escuela donde debe comenzar la práctica deportiva como materia de salud física e higiene mental.
¡Qué bueno! que hijos de dominicanos practican deportes en Nueva York.
Por supuesto, mejor es que la escuela dominicana complete su índice de materias con gimnasia, deportes, natación, música, artes plásticas.
Nadie sabe cuántos niños y jóvenes abandonan los estudios y pudieron haberse entusiasmado por los deportes y hacer carrera en las competencias del músculo y la inteligencia, la astucia y la agilidad.
En muchas capitales de provincias hay instalaciones deportivas millonarias, pero ¿hay instructores?
Cuando se construyen instalaciones deportivas para usos múltiples, se debe incluir en su personal a los instructores. Así podremos congratularnos de haber proporcionado una educación integral a nuestros niños.
También en el campo deportivo somos víctimas de nuestra ceguera. Nuestra materia prima es explotada por extranjeros, como ocurre con los campos de entrenamiento de beisbol situados en el país.
Dios, ¡cuánto descuido! ¡Cuánta ceguera!
Algún mañana no muy lejano, todo será distinto.