Quienes me conocen, saben que tengo muchos defectos, menos uno: el “lambonismo”.
Toda mi vida he tenido la creencia de que una de las cosas más importantes del ser humano es su dignidad, aunque reconozco que algunas veces los golpes duros de la vida hacen que muchos tengan que ceder.
Otros pierden ese tesoro, por la ambición de tener cosas materiales, que gracias a Dios, no ha sido mi caso.
Digo esto, porque hoy quiero referirme a una obra social que ha realizado el gobierno de Danilo Medina, que particularmente la considero uno de los principales logros sociales de su mandato. La construcción de La Nueva Barquita, una obra que tiene un valor más allá de la donación de apartamentos, pues la labor desarrollada a favor de la gente que ya residen en el lugar, ha sido sobre todo, ampliamente educativa que de seguro dará frutos extraordinarios, no sólo al sector recién construido, sino a toda nuestra sociedad.
El programa de conocimientos diversos, ha sido extenso. Adultos y jóvenes fueron instruidos en carreras técnicas que les facilitará obtener una serie de empleos como reposteros, estilistas de belleza, centros de carpintería, mecánica de autos, plomería, electricidad, amén de eliminar el analfabetismo e inducir a niños y jóvenes a la música, teatro, bailes, deportes, y para incentivar a nuestro deporte nacional el béisbol, la edificación del estadio que lleva el nombre de nuestra estrella Juan Marichal.
Algo importante, enseñarles cómo mantener en buen estado, limpios, las edificaciones, las instalaciones, los espacios públicos, cada apartamento debe ser cuidado de manera civilizada, con educación, donde la destrucción no esté presente, recordando que tener un techo, una vivienda propia es uno de los principales bienes materiales terrenales, que desde siempre ha anhelado el hombre.
La Nueva Barquita no sólo tiene el mérito de alojar debidamente a personas que durante tres décadas vivieron atemorizadas en medio del agua y del lodo por todas los desbordamientos del río Ozama, sino también por el gran trabajo social allí realizado.
Siempre he creído que la principal misión de un gobernante de un país, con una población de pobreza alta, como el nuestro, es desarrrollar planes sociales, educación, salud, construcción de viviendas, que puedan aliviar los sufrimientos de aquellos que nada tienen. Quiera Dios que surjan nuevas Barquitas, tratar de ayudar a los necesitados, repartir, distribuir las riquezas del pais.