En el continente hemos tenido visionarios en el norte y en el sur. Los visionarios del norte no tuvieron escrúpulos para empujar, de una y otra manera violenta, a los dueños de los territorios ubicados al oeste del río Mississipi, hasta llegar al océano Pacífico.
La política de Washington produjo uno de los más grandes genocidios que registra la historia para que el territorio de Estados Unidos abarcara de uno a otro océano, del Atlántico al Pacífico.
Nadie sabe cuántos miles y miles de personas, aborígenes dueños de la tierra, fueron exterminados mediante métodos militares o trasladando a los que eran de tierras calientes a tierras de clima violentamente frío, y viceversa. El resultado fue la muerte y desaparición de nadie sabe cuántos miles e personas.
Por supuesto, para los conquistadores no se trataba de personas, eran sólo unos ignorantes con equipos de guerra inferiores, por lo cual podían ser atropellados, asesinados y desaparecidos de tierras que querían los blancos para su expansión.
En el sur, Simón Bolívar, cuya extraordinaria sensibilidad política, sabiduría en el conocimiento de los hombres, respeto por los derechos de los demás, conquistador de suelos y cielos que nunca le interesó explotar, con una visión americanista aún no superada, se daba cuenta de lo que venía.
Después de unificar su territorio en el norte apuntarían hacia el sur para dominar el continente aunque no lo ocuparan.
Esas intenciones se las vio Bolívar en el blanco de los ojos y comenzó una prédica para que América se uniera, no contra nadie, sino a favor de sí.
Las intrigas de unos, el dinero de otros, las promesas de los mismos siempre sembraron la semilla de la división delicadamente cuidada y conservada por tanto bandido que ha mandado en América contra sus propios países.
Mientras Europa se une, en pie de igualdad, en busca de su desarrollo pleno, América continúa como subalterna pese a que tiene todas las riquezas necesarias para lograr el suyo.
La constante prédica de que no somos capaces, que somos buenos para nada, se le inyecta de mucha gente en la teta de la madre y seguimos sin practicar aquella máxima tan buena y tan vieja: la unión hace la fuerza. La reunión celebrada en Brasil recientemente es un chispazo de luz dentro de la borrasca en que nos hacen vivir.
Dominan los términos de intercambio comercial, nos compran barato y nos venden caro, porque estamos divididos.
La creación de un bloque similar a Estados Unidos o a la Unión Europea en América, es una solución a la pobreza, la marginalidad, la falta de educación, salud, empleo.
Hemos permitido que vengan a explotar nuestras riquezas y se lleven los beneficios.