Buena señal la de los partidos

Buena señal la de los partidos

Los partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y Revolucionario Dominicano (PRD) han dado una muestra de civilidad con la realización de sus respectivas convenciones para escoger candidatos a síndico, regidores, senadores y diputados. Han sido votaciones organizadas, con mínimo de incidentes y por cuyos resultados, según parece, no habrá regateos de importancia.

Una buena señal de estas organizaciones ha sido impedir que se postulasen personas objetables por razones de conducta ante la sociedad. PRD y PLD objetaron más de una veintena, cada uno, de aspirantes que, a juicio de estas organizaciones, no estaban aptas para optar por nominaciones. Si esto es un indicador de que los partidos serán más exigentes con el comportamiento de sus afiliados, la democracia nacional resultaría bastante favorecida.

Los procesos internos de los partidos deben ser  competencias regidas por la armonía y el orden. Deben ganar las nominaciones los más populares y con condiciones de liderazgo. El dinero no debería ser lo que defina la suerte de un aspirante a una candidatura. En algún tramo de nuestra vida política debe producirse el cambio, de manera que el clientelismo quede sepultado. Por lo pronto, merece reconocimiento el orden y la organización predominantes en las convenciones del PLD y el PRD.

¿Quién controla la frontera?

Después de leer una información en la que un inspector de Migración se queja porque haitianos indocumentados que habían sido repatriados el viernes último regresaron a nuestro territorio no se sabe cómo, cabe preguntar en manos de quién está el control de nuestra frontera. Hay razones para pensar que no es excepcional el caso del regreso de unos ochenta indocumentados devueltos hacia Haití. Queremos imaginar que autoridades competentes le dan seguimiento a una situación como la que se plantea.

El país tiene que definir una política migratoria y hacerla cumplir con todo rigor. Debe invertir en tecnología biométrica y otros medios para  detectar indocumentados que una vez deportados retornan al país. El tráfico de indocumentados es un negocio rentable para complicidades a ambos lados de la frontera, pero de ninguna manera podemos permitir que este negocio asuma el  control de la zona.

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