Buenas expectativas

Buenas expectativas

El emplazamiento de un “Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza” (CESFRONT) abre la expectativa de una mejor vigilancia y control en la línea que nos divide del vecino Haití.

Este equipo, compuesto por hombres seleccionados del Ejército Nacional, la Fuerza Aérea Dominicana y la Marina de Guerra, está entrenado, según se ha explicado, en asuntos policiales, prevención y  lucha antiterrorista, detección de narcóticos, migración ilegal y contrabando de drogas y armas, entre otras disciplinas.

Uno de los grandes dolores de cabeza del país ha sido siempre la vulnerabilidad de la frontera ante el trasiego de indocumentados, drogas y  armas, así como el contrabando de mercancías en perjuicio de nuestros productores y comerciantes.

Está bien claro que mucha de la droga y de las armas ilegales ingresan a territorio dominicano a través de la frontera. Del mismo modo, ha habido siempre un intenso trasiego de carbón vegetal elaborado en base a la depredación de nuestros bosques.

II

Ha de suponerse que los integrantes de este cuerpo especializado, además de estar provistos del equipo de apoyo logístico necesario, están amparados en una mejor remuneración, que les estimule a realizar con entusiasmo la delicada tarea que se les ha encomendado.

Hay que velar porque las condiciones de vida de esos soldados sean tales, que no les seduzca la debilidad ante las ofertas de soborno o la tentación de la extorsión para dejar hacer y dejar pasar por la frontera.

Sin embargo, consideramos que quinientos soldados podrían ser insuficientes para vigilar y controlar permanentemente los más de trescientos kilómetros de la frontera. Por eso aspiramos a que el CESFRONT crezca en número de integrantes hasta acomodarse a la demanda de servicio.

Por lo pronto, su emplazamiento abre buenas expectativas en el sentido de que podrán ser atendidas mejor que antes las necesidades de control y vigilancia, así como la persecución del delito en esa zona tan sensible.

Bestialidad

No debe haber circunstancia atenuante alguna en favor del teniente retirado del Ejército Rafael Santiago García Sosa, quien el miércoles mató de un tiro a la cabeza, dentro de un autobús en marcha lleno de pasajeros, a la estudiante de término de Ingeniería Civil Engeli María González Castillo.

El disparo alcanzó a la estudiante por error, pues iba dirigido al chofer del autobús, con quien el ex militar había entablado rencilla por no haber atendido a tiempo  su pedido de “parada”. Comoquiera, el proyectil llevaba un mensaje de muerte que pudo  haber arrastrado a otros si la bala hubiese alcanzado el blanco hacia el cual iba dirigida.

Expresiones de bestialidad como la que nos ocupa motivan toda nuestra repulsa y merecen, sin duda, ser castigados de la manera más severa y sin atender circunstancias atenuantes. Quizás estamos viviendo una patología desconocida, que traduce en violencia brutal cualquier nimiedad.

Sea lo que fuere, la sociedad dominicana no merece tener que  seguir tolerando el doble dolor de contar con gente capaz de sentir tanto desprecio y a la vez perder una vida útil.

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