Buenos Aires, la eterna

Buenos Aires, la eterna

Así como la vieja Europa tiene su ciudad “eterna”, Roma, así Latinoamérica específicamente Suramérica, una ciudad que bien merece ese título. Buenos Aires, capital de la República Argentina.

Me motivan a escribir estas líneas sobre esta bella urbe el hecho de haber vivido más de diez años en ella y porque siempre que me encuentro con amigos que la han disfrutado ya sea como turistas, estudiantes, viajes de negocios u oficiales me comentan sobre lo bien impresionados que quedan luego de su estadía en ella.

En Buenos Aires, Capital Federal, residen poco más de 3,100,000 personas que anexándole el cono urbano que lo rodea el llamado “Gran Buenos Aires” la cifra se acerca ya a los 13 millones de porteños”.

Esta ciudad es un crisol de razas aunque predominan ampliamente los descendientes de italianos y españoles, en ella conviven armoniosamente grandes colonias de árabes, judíos, armenios, bolivianos, paraguayos, coreanos, etcétera.

El límite del artículo me construía a solo mencionar algunos de sus más destacados lugares, la calle Corrientes inmortalizada por Gardel “el morocho”, con sus numerosos teatros y librerías que amanecen abiertas, los bosques de Palermo enorme pulmón de la ciudad, el Teatro Colón comparado solamente con la Scala de Milán, que hace un par de meses cumplió cien años, así mismo son centenarios los subterráneos, el famoso Café Tortoni en la Ave. de Mayo poblada casi totalmente por españoles, donde se daban cita Hipó1ito Irigoyen, Alfonsina Storni y los intelectuales de la época, también la Avenida Alvear que no le envidia nada a las más sofisticadas de París, sus decenas de teatros sus innumerables plazas, sus taxistas filósofos siempre criticando el gobierno en turno.

No podía faltar en este merecido homenaje a la “Reina del Plata” sus incalculables restaurantes de todo tipo de comida destacándose, por supuesto, sus exquisitas carnes acompañadas de un buen vino tinto bebida diaria de los argentinos.

Debemos destacar también lugares como la Casa Rosada, sede del Gobierno, rosada porque en el Gobierno de Sarmiento, Siglo XIX, se encontraron unos barriles de pintura de ese color en el sótano, la Plaza de Mayo donde Perón reunía más de un millón de partidarios cuando se dirigía a ellos desde el balcón de la casa de gobierno, el Palacio del Congreso una portentosa obra donde los políticos dialogan y discuten y donde hasta fue asesinado un senador en el siglo pasado.

Unos años atrás uno de los lugares tradicionales para comer una buena parrillada, eran los llamados “Carritos de la Costanera” frente a la desembocadura del Río de la Plata, hoy ya en decadencia.

 Lo que está de moda en estos tiempos es visitar Puerto Madero, donde se encuentran situados algunos de los mejores restaurantes de la ciudad y donde han buscado refugio arquitectos, artistas, publicitarias del más alto nivel, estas edificaciones fueron los almacenes de aduanas construidos por los ingleses en el Siglo XIX y que luego de un gran incendio, hace un poco más de dos décadas, recibió un empuje que ha hecho de la zona la más moderna y una de las más bellas de esta ciudad.

No podía terminar sin mencionar el barrio de Palermo, donde se han revalorizado esas bellas casonas, se han instalado las más famosas boutiques de vanguardia mezclándose el glamour y novedad de todo lo que tiene que ver con la moda tanto en bijouterie, adornos y muebles para la casa, lleno también de restaurancitos simpáticos y muy acogedores.

Por último no debemos olvidar la Avenida Santa Fe y la peatonal calle Florida donde las damas ponen a temblar las carteras de los caballeros.

Llama la atención también que su barrio más residencial Recoleta se organiza alrededor de un cementerio de ese mismo nombre última morada de los más pudientes de esa ciudad.

Buenos Aires es mucho más que tangos, libros, teatros, museos, plazas, vino, carnes, etcétera, pero tengo que parar aquí mi entusiasmo por esa ciudad que marca a todos los que hemos tenido la suerte de vivir en ella.

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