Bullumba Landestoy (2)

Bullumba Landestoy (2)

El encuentro con Bullumba Landestoy, organizado por el Ministerio de Cultura con la finalidad de facilitar el regreso del compositor a su país de nacimiento, tenía también otros propósitos: catalogar sus composiciones, reeditar grabaciones memorables de canciones de Bullumba interpretadas por celebrados cantantes, pianistas, guitarristas. Varias veces, el propio Bullumba, mencionó a María de Fátima Geraldes, entre otros pianistas. Un viejo amigo, admirador de Bullumba, me dijo: él ha compuesto tantas canciones que ya no las recuerda todas; preparamos un CD con muchas de ellas; al oírlas preguntó: ¿quién es el autor? En una persona de su edad son explicables ocasionales fallas de la memoria.

Ese amigo, quien junto a otro compañero gestionó sin éxito la vuelta de Bullumba a su tierra, conoce muchos detalles de la vida del músico que tal vez sea útil precisar. Su madre murió durante el ciclón de San Zenón, en 1930. Solo tenía cinco años cuando quedó huérfano. En la reunión, Bullumba confesó que había sido un niño sin cariño, que su padre fue un médico de temperamento “muy seco” que no pudo “compensar” la desaparición de su madre. Explicó que nunca estuvo casado, que no tuvo hijos con las mujeres con las que se relacionó en el curso de su vida itinerante.

Estas confidencias sirvieron para que los presentes reflexionaran acerca del valor de la familia tradicional, sobre los conflictos que la soledad acarrea al llegar la vejez. Finalmente, algunos sopesaron las paradojas de la existencia de los artistas: carencias, dolores, inestabilidad emocional, pueden ser fuentes de poderosos impulsos creativos. Los asuntos estrictamente musicales quedaron relegados a un plano secundario cuando Bullumba introdujo, abruptamente, el tema religioso y punzantes preguntas en conexión con el sentido de la vida humana.

De este modo, el “retiro” de Bullumba, los proyectos culturales con su música, engendraron otras preocupaciones que es difícil expresar, en clave de sol, sobre las líneas de un pentagrama. Bullumba estuvo recluido en un monasterio durante siete años. Pasó, de la vida bohemia, al rigor monástico; de la irresponsabilidad, a la alianza ética con el ser trascendental. Lo que parecía trivial y sencillo se volvió profundo y complejo. Sol, fa, mi, re, do… llegamos inesperadamente a las humanidades.

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