La noticia del ataque fue dado a conocer este jueves, pero ocurrió el 31 de octubre pasado a la salida de la Escuela Media Nº 6 Juan Domingo Perón, en Berazategui. Un niño de 13 años fue herido de un corte en el cuello y encerrado en un reciclador de residuos a metros del colegio. Los agresores serían otros tres adolescentes, compañeros de clase, quienes lo habrían atacado por un conflicto que se desató dentro de la escuela. El menor se encuentra internado, pero fuera de peligro.
Según la reconstrucción efectuada por las fuentes del caso consultadas por Infobae, la víctima fue abordada por sus compañeros, dos de 13 años y uno de 14, con quienes habría mantenido un altercado dentro del colegio. En ese momento, uno de los agresores sacó un cuchillo y lo cortó a la altura del cuello. Tras herirlo, entre los tres, lo encerraron en un reciclador de residuos. Tiempo después, los gritos de auxilio del joven alertaron a un vecino, quien avisó de inmediato a la Policía. Los tres agresores fueron identificados, restituidos a sus padres y se encuentran en sus domicilios con una medida de seguridad dispuesta por el juez Ramos, por tratarse de menores de edad inimputables.
Recientemente, se viralizó el estremecedor audio de uno de los agresores, que lamenta que la víctima aún siga con vida. La nota de voz dura 40 segundos y es escalofriante.
La pregunta es: ¿Cómo un chico llega a ese nivel de violencia? Consultada por Infobae Sonia Almada, licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO), expresó: “Las razones por las cuales un niño puede cometer un acto violento, como asesinar o intentar asesinar a otro, siempre son complejas y pueden variar de un caso a otro. Algunos de los factores que pueden contribuir a llevar adelante estas agresiones extremas son la exposición y naturalización de la violencia tanto en entorno familiar como social, abuso físico o emocional, negligencia, falta de supervisión o apoyo parental”.
Y añadió: “Algunos de los aspectos psicopatológicos que se han asociado con los niños que cometen actos violentos incluyen trastornos de conducta, trastornos del control de los impulsos, trastornos de personalidad, trastornos del estado de ánimo, trastornos psicóticos y trastornos del desarrollo neuropsicológico”.
Por su parte, la licenciada en Psicología Lorena Ruda, especialista en adolescentes y adultos y orientación a padres, expresó a Infobae: “Hay niños que tienen como mucha agresividad, algunos por un trastorno otros, porque viven en un ambiente agresivo otros, porque que sin necesidad de violencia física, sufren mucha violencia verbal y psicológica de parte de los padres o de algún otro miembro de la familia. Vivir en ambientes agresivos o violentos en los niños genera una personalidad es de mucha desconfianza y devuelven un poco esa agresividad que reciben pasivamente en algún otro ámbito donde donde tengan menos riesgo. Con una crianza de ese estilo agresiva y violenta, donde hay humillación, más adelante seguro esa persona va a ser agresiva con otras en otras relaciones y tal vez también con sus mismos progenitores”.
Además expuso: “Hay un montón de situaciones que de agresión entre los niños donde tal vez está en alguna de bullying o de una burla, permanente o de un maltrato de un compañero al otro de un grupo hacia una sola persona y algún día puede pasar que esa persona reaccione o no controle su impulso”.
Además de los trastornos mentales, la psicóloga Almada destacó la importancia de considerar otros factores de riesgo, como antecedentes familiares de violencia, exposición a la violencia en el entorno, abuso o negligencia infantil, falta de habilidades para la resolución pacífica de conflictos. También dijo: “La naturalización de la violencia en las redes sociales que solo advierten de contenido sensible pero con solo tocar la pantalla cualquier persona puede acceder al horror, incluidos los niños, han roto un dique de cuidado y protección a las infancias”.
La especialista expresó que “los juegos online, la TV y las APPS como tik tok pueden ser fuente continua de consumo de situaciones y relatos extremadamente agresivos que se van convirtiendo en un modo de ver y estar en el mundo cada vez más violento y menos velado. La naturalización de la violencia entre los pares es un fenómeno que viene en aumento hace décadas y no se la ha prestado la atención que requiere”.
Y agregó: “Se han conocido casos en el mundo donde la influencia de amigos o grupos delictivos o agresores, la presión de pares, el acoso escolar, la exclusión social o la exposición a la violencia en los medios de comunicación también pueden desempeñar un papel importante. Es importante examinar caso por caso ante la presentación de conductas agresivas, muchos niños pueden enfrentar trastornos de salud mental no tratados, como la conducta antisocial, la depresión o la ansiedad, lo que podría contribuir a comportamientos violentos. Las experiencias traumáticas pasadas, como la victimización o el abuso, pueden influir en la conducta violenta si no es tratada”, manifestó Almada.
Por su parte la licenciada Ruda afirmó: “Hay algunos nenes que tienen algunas dificultades en el control de impulsos y que entonces pueden tener algunas conductas que no tienen cierto filtro inhibitorio, que no pasaron por el pensamiento. Entonces es una acción-reacción que puede ser que desencadene una situación violenta o agresiva y pueden lastimarse incluso con algún objeto punzante”.
Y agregó: “Es importante poder diferenciar que no toda conducta agresiva es porque vienen de ambientes agresivos, o sea, hay casos que tienen que ver con otra cosa. Lo que tenemos que hacer como adultos es enseñar a regular y a poder descargarla sin hacer daño”.
Almada también destacó que otra cuestión importante y que se encuentra en el debate social en Argentina es el acceso a las armas: “La disponibilidad de armas de fuego u otros instrumentos letales en el hogar o la comunidad puede aumentar el riesgo de que un niño cometa un acto violento, como es habitual en Estados Unidos donde la tenencia de armas es natural al interior de los hogares”.
Finalmente, concluyó: “Cada caso es único y puede requerir una evaluación individual para comprender completamente las circunstancias que llevaron al acto violento. Es importante abordar estos programas de prevención, intervención temprana, desnaturalización de la violencia y el apoyo a los niños y niñas que se encuentren en algún tipo de riesgo”.
Señales de alerta
Los estudios han explorado diversas áreas relacionadas con la agresión escolar dijo Almada en una nota reciente. “Estos han revelado información importante sobre los factores de riesgo que contribuyen al comportamiento agresivo en los niños, como la exposición a la violencia en el hogar, la falta de habilidades sociales adecuadas, los problemas familiares, el acoso y el abuso, entre otros.
También han identificado las consecuencias a largo plazo de la agresión escolar tanto para las víctimas como para los agresores”.
Por lo tanto, la psicóloga recomendó estar alertas a ciertas señales que se observan cuando aparecen comportamientos preocupantes en un niño que podrían indicar una tendencia hacia la violencia o el comportamiento agresivo extremo:
– Violencia física frecuente: muestra una tendencia constante a recurrir a la violencia física, como peleas, agresiones físicas hacia otros niños o animales.
– Fascinación por la violencia: muestra un interés excesivo o obsesión por la violencia, ya sea a través de juegos, películas, videojuegos
-Crueldad con los demás: exhibe comportamientos crueles o de intimidación hacia otros, disfrutando del sufrimiento o malestar de los demás.
– Problemas de conducta graves: presenta problemas de conducta graves y persistentes, como desafiar constantemente la autoridad, desobedecer reglas y normas sociales, mentir compulsivamente o robar.
– Aislamiento social: tiene dificultades para establecer y mantener relaciones con sus pares, mostrando un patrón de aislamiento o rechazo social.
– Indiferencia hacia el sufrimiento ajeno: muestra falta de empatía o insensibilidad hacia el sufrimiento de los demás, sin mostrar remordimiento o culpa por sus acciones.
– Interés por armas o peligro: muestra un interés excesivo por las armas, el fuego u otros objetos o actividades peligrosas.