Un búmeran o bumerán – expresión en español del inglés “boomerang” –se refiere a un “arma” de características aerodinámicas que permite que al lanzarse con cierta habilidad, contra un blanco u objetivo, si no le impacta regresa hacia donde se originó el lanzamiento.
Es de facto lo que le está ocurriendo a Estados Unidos con la ofensiva arancelaria iniciada fundamentalmente contra China lo que ha provocado alarmas tanto en el seno del Gobierno como en las filas del Partido Republicano cuando se está a apenas tres semanas de elecciones de término medio para elegir una nueva Cámara de Representantes y un tercio del Senado y las encuestas apuntan una ventaja para los demócratas los que, si logran dominar las dos cámaras, o al menos una de ellas, podrán descarrilar toda la estrategia de Trump. China ha replicado con sus propios aranceles afectando a sectores en Estados que han dado una fuerte base electoral republicana por lo que el impacto socio económico producción sin salida, desempleo, presión inflacionaria por los altos precios que los aranceles provocan en el comercio interno, pueden estar acercando a esos electores hacia la boleta demócrata. Aumento de precios conlleva mayor inflación y para esta no se ha inventado nada mejor que subir las tasas de interés para retirar liquidez al sistema. Eso es lo que, inevitablemente, está haciendo la FED – Banco Central – lo que Trump ha calificado como “una locura”. H2O es agua como quiera que lo ponga y en economía a las acciones del hombre, o mujer, desboca leyes inexorables.
Al presidente Trump no se le ha ocurrido nada mejor que acusar ahora a China de pretender influir en las elecciones de noviembre. Los elementos más conservadores de la élite gubernamental estadounidense confiaban que al ser las exportaciones chinas a EE.UU. más de tres veces el nivel de las norteamericanas hacia el gigante asiático – 500 mil de exportaciones chinas frente a 150 mil norteamericanas – sería un enfrentamiento fácil porque Beijing tendría más que perder. Lo cierto es que a los chinos no les ha temblado la mano para responder con fuerza.
Hay reproches a determinadas prácticas comerciales chinas que, legítimas o no, habría que sentarse a negociar. Sin embargo, es ingenuo pensar que una superpotencia que domina ya variables estratégicas de la geopolítica global aceptara ser humillada con políticas de fuerza. Aunque China no quisiera dar la imagen de que sus represalias tienen un perfil político electoral le es muy difícil por la misma razón de que las compras a EE.UU. están muy concentradas en sectores clave estadounidenses por lo que el impacto es inevitable.
Por si fuera poco, todos los horóscopos de los organismos internacionales advierten que, sin importar el signo zodiacal, las consecuencias para la economía mundial están siendo y seguirán siendo desastrosas e, incluso el FMI le ha dicho claramente a Washington que la economía del país es especialmente vulnerable a la crisis.
El bumerán está regresando con fuerza y si no se agachan golpeará violentamente en la frente.