Burdas y reincidentes estafas

Burdas y reincidentes estafas

JOSÉ LOIS MALKUN
Hace ocho meses escribí en este mismo espacio dos artículos sobre la estafa. Uno de ellos se refería a las estafas al público; el otro a los gobiernos. Pero no creía que en un tiempo tan relativamente corto me iba a encontrar con tantos casos de estafas al Gobierno que solo pueden llegar a ser permisibles cuando una sociedad está al borde de la quiebra moral total. En este artículo me referiré a dos de ellas.  El sector eléctrico, que ha sido el rey en cuanto a estafas al Gobierno se refiere, está de nuevo en el tapete con otra estafa de proporciones gigantescas.

La planta de carbón ofertada por la Sichuan. No bastó que nos estafaran con Smith and Enron, con Cogentrix y con la capitalización de las empresas distribuidoras de energía, donde hubo sinvergüencerías al granel. Ahora abren un nuevo capítulo que supera todas las estafas anteriores. Y lo peor de todo es que nadie levanta su voz de alarma ante esta nueva arremetida gubernamental, ‘empapada’ ya de tantas operaciones corruptas que nos convierten en un país de malhechores.

Es cierto que los partidos de oposición, encabezado por el PRD, y el semanario Clave, han iniciado una campaña de cuestionamiento a esta sucia operación, poniendo en evidencia las fraudulentas condiciones que se esconden detrás de ella. Pero a esas voces deben unirse todos los sectores que aun creen que este país es salvable. Empresarios, gremios de trabajadores, organizaciones no gubernamentales, iglesias, medios de comunicación, etc., etc. Todos tienen que unificarse para contrarrestar esta burda estafa al país.

 Otro caso similar se fragua en el Banco Nacional de la Vivienda (BNV). Después que varios medios de comunicación desenmascararon la burda estafa que se estaba orquestando entre esta institución y una desconocida empresa de dudosa reputación llamada Human Progress Fundation, para financiar 20 mil viviendas, y donde estaba de por medio una jugosa suma de dinero por comisión, ahora surge de nuevo otra aventura similar, donde se llega al colmo de justificarla en un espacio pagado por el propio BNV. Se trata de otro acuerdo armado con la Financial Group Corporation para obtener una línea de crédito por 200 millones de dólares garantizados con certificados financieros emitidos por el BNV. Es increíble hasta dónde hemos llegado para justificar estas aberrantes negociaciones donde se compromete el futuro del país. 

¿Cómo operan estas empresas aventureras cuya especialidad es estafar a los gobiernos? Primero, figura en el contrato una atractiva tasa de interés del 3% ó 4% anual en dólares. Pero con una redacción al estilo del Padre Alemán, estos magos de las finanzas internacionales, le clavan varias cláusulas con descuentos administrativos, fianzas, comisiones y otros ajustes, que la elevan al 12 y 13% anual. El que lo logra entender es un genio y si quieren comprobarlo revisen con lupa esos atractivos préstamos para que se sorprendan. De esa forma extraen los 20 ó 25 millones de dólares que reparten entre los patriotas que promueven estos proyectos.

Pero aquí no termina todo. Es probable que antes de concretar los desembolsos, los inversionistas saquen una carta debajo del brazo y pidan un aval del Banco de Reserva a cambio de los títulos emitidos por el BNV, tal como sucedió con la planta de carbón. Vendrán los cabildeos y presiones de arriba para conseguir el aval hasta que lo logran. Y con esa sólida y soberana garantía, estos caza-fortunas obtienen fácilmente una línea de crédito en un banco extranjero, para financiar el proyecto.

Estos genios logran así iniciar la obra sin haber invertido un centavo propio y sin asumir ningún riesgo; consiguen una foto con el Presidente inaugurando el proyecto donde no faltarán las consignas reeleccionistas; el banco del Estado, como banco de un país de pendejos, termina asumiendo el compromiso de la deuda; y al final, los «inversionistas» ejecutan su proyecto como les da la gana, se embolsillan millones de dólares sin comprometer nada y la deuda nacional se infla por nada.

Definitivamente, aquí tiene que haber otra revolución de abril, para ver si nos jodemos de una vez por todas o nos libramos de estos malandrines.

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