Burgos, una ciudad en  pleno proceso de evolución cultural

Burgos, una ciudad en  pleno proceso de evolución cultural

EFE Reportaje. Desde las agujas de su imponente catedral gótica, a las callejuelas por las que serpentea el Camino de Santiago y hasta las “joyas” de los yacimientos de Atapuerca que muestra el Museo de la Evolución Humana, todo en Burgos evoca historia, cultura y conocimiento.

A unas dos horas de distancia de la capital de España, por autovía, el viajero puede visitar una ciudad fundada en el siglo XI que se ha convertido en el eje de la evolución humana por su cercanía a los yacimientos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca, declarados Patrimonio de la Humanidad y  «referente mundial en el último millón de años», apunta Javier Vicente Domingo, director del Museo de la Evolución Humana.

 Todavía no ha cumplido un año y este museo ya ha recibido más de 240,000 visitas. Se exhiben, como un tesoro, los restos del homínido más antiguo de Europa, el Homo Antecesor, con 1,3 millones de años, y los del Homo Heidelbergensis, predecesor del Homo Sapiens.

 Como si de un escaparate de “Tiffany” se tratara, las vitrinas albergan las joyas de Atapuerca. Son fósiles originales, únicos en el mundo, como el cráneo número 5, de 500.000 años, conocido por «Miguelón» en homenaje al campeón de ciclismo Miguel Induráin, y la pelvis «Elvis».  También destaca la mandíbula “Letizia” de 850.000 años de antigüedad, o el bifaz “Excálibur”, una herramienta manual de corte que puede ser el primer objeto simbólico de la humanidad.  Mirando esta piedra de cuarcita roja, Javier Vicente Domingo resalta la capacidad creativa del ser humano: “siempre necesaria para nuestro progreso. Ahora y hace millones de años”. ¿Cómo hemos pasado de la vida hace un millón de años en Atapuerca a ser capaces de levantar la catedral de Burgos y a componer declaraciones de derechos humanos? Ésta es una de las preguntas que la visita al Museo de la Evolución Humana puede suscitar en el viajero que visite esta ciudad castellana.

«El museo ofrece algunas respuestas a las clásicas preguntas existenciales -de dónde venimos, quiénes somos- pero, sobre todo, plantea interrogantes sobre el destino de nuestra especie y nos interpela sobre la forma en la que estamos haciendo las cosas, tratando de hacernos más reflexivos y responsables con nuestro entorno», apunta el director del centro. Se trata de un museo que habla de nosotros, de “un museo de especie”, sostiene Eudald Carbonell, uno de los codirectores de los yacimientos de Atapuerca, junto a Juan Luis Arsuaga y José María Bermúdez. “Es un instrumento de socialización único”, en cuanto que pretende dar a conocer y contribuir a aumentar «la capacidad de pensar» y de «organizar nuestra especie». Son 15,000 metros cuadrados que también dedican espacio a la teoría de la evolución de Darwin, a los trabajos relacionados con el cerebro de Ramón y Cajal y a la reproducción escultórica de los distintos homínidos realizada por la paleoartista Elisabeth Daynès.

El edificio, diáfano y luminoso, ha sido construido por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg con un giro de cinco grados para, así, mirar hacia la catedral de Burgos. La creencia y la ciencia más cerca.

La Perla   Gótica.  De la Prehistoria y los misterios de la evolución humana, el viajero puede saltar varios siglos en la historia y recorrer Burgos, una ciudad abrazada por el río Arlanzón, tierra del Cid Campeador, figura histórica de la reconquista de los territorios árabes, y lugar donde se promulgó una de las primeras declaraciones de derechos humanos, auspiciada por Fray Francisco de Vitoria, para proteger a la población indígena de la Isla americana de la Española.

Pero su símbolo es la Catedral, una belleza del arte gótico, Patrimonio de la Humanidad desde 1984 que destaca por su grandiosidad. Comenzó su construcción en 1221 con el rey Fernando III “El Santo” y durante cinco siglos se fue levantando. En continua evolución.

Además de las torres de aguja de la fachada principal, resaltan la Puerta del Sarmental, la Capilla de los Condestables, con una extraordinaria bóveda estrellada, o el cimborrio gótico-plateresco que se alza en el centro de la nave ascendiendo hasta el mismo cielo. La escalera dorada, la tumba con los restos del Cid y su esposa Jimena o el singular “Papamoscas”, un muñeco que da las horas mientras abre la boca, son otros de los reclamos de la seo gótica que también “evoluciona” al abrir sus puertas a propuestas expositivas del siglo XXI.

El camino de Santiago.  Saber a dónde vamos, qué somos. El camino interior. De nuevo los caminos que se cruzan y la evolución interior. Burgos es ese camino por excelencia de peregrinación, el de Santiago, también Patrimonio de la Humanidad. Entra el camino en la ciudad desde Gamonal, hacia la Plaza de San Juan y más allá las calles jacobeas en las que el peregrino recrea la vista entre galerías y miradores, a través de Fernán González, por la ruta francesa del trazado descrita por el monje Aymeric Picaud, en el corazón de Burgos, a cincuenta metros de la catedral.   Todo se entrelaza en esta localidad medieval, una ciudad en el camino, una ciudad de ciudades, que despliega sus capas en cada esquina. Aquí San Gil, allá San Nicolás, con capillas, sepulcros y retablos que bien merecen una parada.

Capitalidad cultural  europea  2016.  Santa María la Real de las Huelgas, la Casa del Cordón o el Palacio de los Condestables, el Arco de Santa María… son otros lugares indispensables de esta urbe en ebullición,  que tiene en El Espolón su paseo principal.

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El frescor

Sube desde el río Arlanzón que invita a vivir la calle, recorrer sus plazas, disfrutar de la variada oferta cultural de la ciudad, de la música, la danza, de su Noche Blanca, de sus tradicionales fiestas como el Curpillos o “Corpus Chico” o la investidura del Obispillo en Navidad. El camino interior también conduce a los manjares de la tierra, esos que entrevieron nuestros antepasados de Atapuerca y que se nos presentan en una sinfonía de quesos curados y blandos, vinos de la Ribera del Duero y del Arlanza, morcillas de Burgos y corderos asados.

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