Burnout: el profesional “quemado”

Burnout: el profesional “quemado”

Un síndrome es la presencia de signos y síntomas que caracterizan a una enfermedad. El psiquiatra Herbert Freudenberger fue estudiando el estrés laboral y sus repercusiones en la calidad de vida, en el ambiente de trabajo, en las relaciones interpersonales, grupales, en las familias y en parejas;  Y descubrió, cómo la falta de creatividad, de nuevos propósitos por el logro, de competitividad, de baja autoestima, y de visión pesimista y conformista, llevaban a los profesionales de la salud y de otras aéreas a vivir como profesionales “quemados en sus servicios”, agotados emocionalmente, desmotivados, con actitudes hipeirresponsables, sin energías, ansiosos y depresivos.

Sin embargo, estos profesionales seguirán agotados, pasando por un proceso de despersonalización y de baja realización personal. Para Maslach, el Burnout incluye: agotamiento emocional, poseer actitudes negativas, insensibilidad y cinismo hacia los receptores del servicio prestado, acompañado de falta de realización personal, con tendencia a evaluar el propio trabajo de forma negativa, con baja productividad, bajo desempeño y una pobre autoestima.

En el Burnout se da un trastorno adaptativo, disfuncional de forma crónica que se expresa en un profesional, “quemado” en todas sus expectativas: alguien tóxico, negligente, insatisfecho, con ausentismo laboral, abandono del puesto de trabajo, con indiferencia, malas prácticas, chismoso, negativista, defensivo, y muy dado al conflicto y a la apatía en el trabajo.

El profesional “quemado” no sabe cómo lidiar con sus emociones, ni cómo relacionarse con las emociones de los demás. La despersonalización lo lleva a la deshumanización y a responder con actitudes emocionales negativas: ira, frustraciones, enojos, envidia, resentimiento, culpa, odio, etc. En lo psico-emocional, siempre tiene una enfermedad somática: úlcera, colitis, migraña, fatiga crónica, ansiedad y depresión.

Ese profesional “quemado” lo tenemos en cualquier área; con estrés laboral y desgaste emocional, que a veces, para mal, se auxilia de la nicotina, el alcohol, estimulantes sexuales, marihuana o cocaína. Pero también, alguien que deja de ser nutriente y oxigenante para su pareja, su familia, sus amigos y su trabajo.

Literalmente, el Burnout no se percibe como un síndrome disfuncional. Solamente lo van observando los demás como alguien que va perdiendo el orgullo por su profesión, el sentido de vida y la calidad de vida.  Alguien que se va resignando, se acepta como “persona carretilla” que se mueve si la mueven.

Este síndrome suicida el espíritu del profesional, su vida emocional, afectiva, psicológica, social y familiar. Pero como todo en la vida, tiene cura y se trata. Solo hay que reflexionar y sincerarse, buscar la ayuda y darse el permiso de volver a ser una buena persona, y un digno profesional que se siente orgullosa(o) de lo que hace, y de cómo lo hace.

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