Buscan cadáveres en Nueva Orleans

Buscan cadáveres en Nueva Orleans

NUEVA ORLEANS (EEUU) (EFE).- Los equipos de rescate que operan en la ciudad están ya mayormente dedicados, no a ayudar a los damnificados, sino a recoger cadáveres de entre los desechos y las calles anegadas.

Los helicópteros sobrevuelan Nueva Orleans pero es improbable ya que encuentren personas vivas. El agua sobrepasa los tejados en esta zona de la ciudad, y el olor es insoportable.

En lo que fue el Bulevard de los Veteranos, convertida hoy en una gran masa de agua, flota en una de sus orillas el cadáver de un perro y en cualquier momento pueden aparecer cadáveres humanos.

«Miles de cadáveres», según auguró ayer lunes el alcalde de la ciudad, Ray Nagin, lo cual no desanima a los voluntarios ni se les acaba la esperanza de hallar residentes aún con vida.

Norman Alberto Pineda, un ex marine que ahora trabaja como voluntario, dijo a EFE que ayer sacaron vivas a nueve personas y dos perros de una casa rodeada de agua por todas partes.

«La mayoría estaba en estado de shock y muy desorientados. Es que, sin radio ni televisión, después de una semana de sobrevivir en las peores circunstancias, no tienen ni idea de lo que está pasando», explica Pineda.

Pero aún y todo, asegura, nos encontramos con gente que no quiere irse porque no tienen a dónde y porque tenían aquí su vida.

Los que han sobrevivido, se han salvado porque habían almacenado mucha agua. Pero ya no pueden quedarse más.

Las autoridades han permitido hoy, lunes, que los residentes del Condado de Jefferson entraran en la ciudad para ver el estado de sus propiedades.

Todos aquellos con los que pudo hablar esta reportera, estaban devastados.

Es el caso de Lidia Buitrago, una nicarag~ense de 62 años que asegura que vomitó al entrar en su casa inundada por culpa del mal olor.

«Me voy a ir de aquí. Iré a casa de mi hija en Texas», asegura esta mujer que, todavía angustiada y muy asustada, se pregunta «cuándo llegará el siguiente huracán».

Hasta ahora trabajaba en favor de la gran comunidad hispana de Nueva Orleans, y se muestra preocupada por la situación de muchos hispanos indocumentados que «esos sí que no tienen a dónde ir».

«Esto, como siempre, ha afectado más a los pobres. Los ricos tienen escapatoria», asegura.

Para ella, la peor situación no es la de los negros, sino las de «los indocumentados que no tienen nada ni van a recibir ninguna clase de ayudas».

Mientras habla y expresa su angustia a borbotones, su hijo Salvador, había ido a buscar a un perro, que había quedado en casa de una anciana cuando ellos evacuaron hace una semana.

La casa estaba vacía y anegada. Del perro no había ni rastro.

La angustia es aún mayor en el caso de Michelle Macksve, quien hoy aprovechó la posibilidad de acercarse a la ciudad inundada para saber algo de su abuela, una mujer de 90 años que vivía sola en su casa del Bulevard Canal. La casa está totalmente inundada.

Pero, explica, «cuando ya habíamos perdido toda la esperanza, mi hermano vio un gran agujero en el techo de la casa y ahora confiamos en que quizá esté viva en algún refugio». Pero no tienen idea de dónde.

La momentánea vuelta ha sido para los antiguos residentes del área casi más dolorosa que la incertidumbre vivida en los últimos días.

Es el caso de Doris García, una hondureña que llegó en 1983 a Nueva Orleans, donde, a base de limpiar casas, consiguió junto a su marido pintor, mejorar un poco su suerte.

En la que fuera su casa, el agua les llega ahora por encima de la rodilla. Pero en cuanto les dejen, vuelve.

«Sacaremos el agua con toallas. La achicaremos como sea, y volveremos a empezar. Al final, la gente se arregla», asegura confiando una vez más en que el destino les dará otra oportunidad.

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