Buscan comando asesinó 30 personas

Buscan comando asesinó 30 personas

RIO DE JANEIRO (AFP).- Las autoridades de Brasil lanzaron la búsqueda «implacable» del comando integrado probablemente por policías que el jueves asesinó a 30 personas en los suburbios de Rio de Janeiro, en la mayor masacre que se recuerde en este Estado con un largo historial de sangrientos ajustes de cuentas.

La tragedia se inició el jueves a las 20H40 (23H40 GMT), cuando unos diez hombres armados -al menos seis de ellos policías, según los primeros elementos de la investigación- abrieron fuego indiscriminado en Nova Iguazú, matando a 18 personas; repitieron la operación una hora más tarde en la comuna vecina de Queimados, asesinando a doce.

Sólo dos de las víctimas tenían antecedentes penales; entre los asesinados hay estudiantes, comerciantes y obreros, incluyendo ocho menores, incluyendo un muchacho de trece años, otro de 14 y tres de 15.

El comando actuó con una voluntad deliberada de matar a la mayor cantidad posible de gente. En Nova Iguazú, dos de los asesinos entraron a un bar y dispararon a mansalva contra todos los presentes, matando a nueve. Luego siguieron tirando a mansalva desde un coche contra los aterrados transeúntes.

Varios indicios tienden a demostrar la implicación de policías: desde los cartuchos utilizados hasta el trayecto recorrido, que evitaba las zonas que se suponían más patrulladas.

Según funcionarios de seguridad, la masacre pudo haber sido en «represalia» por la expulsión reciente de varios agentes acusados de diversos delitos, en el marco de una depuración del cuerpo.

El secretario de Seguridad de Rio, Marcelo Itagiba, juró ser «implacable en el esclarecimiento de estos crímenes, cometidos por animales, no por seres humanos». Entre las primeras medidas, decidió el envío de 250 policías de las tropas de elite a la Baixada Fluminense (parte norte del Estado) y la destitución del comandante de policía de la región.

El secretario de derechos Humanos del gobierno brasileño, Nilmario Miranda, anunció el inicio de una investigación de la policía federal, «paralela» a la que lleva a cabo la policía de Rio, en aplicación de «una orden del presidente Lula».

El ministro de Justicia, Marcio Thomaz Bastos, dijo que estaba decidido, al igual que la gobernadora Rosinha Garotinho, a «castigar de manera ejemplar a los culpables de esta tragedia».

Las autoridades ofrecieron una recompensa de 5.000 reales (1.800 dólares) para quienquiera que dé pistas que conduzcan a la detención de los asesinos.

Los diarios del sábado subrayan que «la certeza casi total de la participación de policías le da una dimensión aún mayor a la masacre»; O Globo llama a las autoridades estatales y federales a dejar de lado sus querellas políticas y a «no aplazar una intervención profunda y radical del aparato policial».

La matanza reavivó el recuerdo de otras acciones similares perpetradas en 1993 por grupos de exterminio formados por policías, como el asesinato de ocho niños de la calle en la explanada de la catedral Candelaria en el centro de la ciudad y el de 21 habitantes de la favela Vigario Geral.

De los 52 policías acusados de la masacre de Vigario Geral, cometida el 29 de agosto de 1993 para vengar a cuatro agentes que habían sido asesinados la víspera por narcotraficantes a los que querían extorsionar, sólo seis fueron condenados.

Y de los ocho acusados de la ejecución de los niños de la candelaria, sólo cuatro fueron condenados.

O Globo afirma que desde hace diez años «una matanza silenciosa se está llevando a cabo en la Baixada Fluminense», donde la tasa de asesinatos es de 74 personas cada 100.000 habitantes, frente a 50,57 en el estado de Rio y 27,84 en todo Brasil.

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