Buscando alivio en manos prodigiosas

Buscando alivio en manos prodigiosas

Raúl, Leonel y Sully quedaron ciegos y pese a esta limitación son ellos quienes con disposición y alegría devuelven salud, belleza, armonía, felicidad, gozo, a personas que disfrutan de todos los sentidos pero acuden a ellos afectados por el sufrimiento, buscando alivio en unas manos prodigiosas que suplen con asombrosa destreza y una alta dosis de amor  la ausencia de visión.

Se prepararon para el trabajo sin detenerse a lamentar su discapacidad que, en cada uno, es conmovedora historia cargada de inexplicables misterios no descifrados por la ciencia.  Raúl Sosa Acosta es inspiración, guía, maestro y ejemplo de sus dos compañeros en el “Centro de masajes y terapias naturales “Edén”, que instaló después de hacer estudios de masaje corporal y terapia física en el Patronato Nacional de Ciegos; de dígitopuntura con el maestro japonés Kaoro Murata; de “Chiapsu” (técnica de presión con precisión para dolores del cuerpo) con otro japonés; reflexiología y quiropraxia. Fue maestro y masajista por más de cuatro años hasta que decidió formar su diestro equipo del que es parte esencial y apoyo su esposa Adalgisa Ramos, también terapista física especializada en Colombia, y licenciada en trabajo Social en Puerto Rico.

Raúl, nacido en Sánchez el 12 de marzo de 1968, es tecnólogo electromecánico y ex profesor del Instituto de Formación Técnico Profesional. Considerado un genio de la electricidad, daba mantenimiento a grandes hoteles y servicio de reparación de lavadoras industriales. Se preparaba a instalar una empresa de telecable en “La Reforma de Arenoso” cuando de repente quedó ciego. Impartía doce horas diarias de docencia en Majagual, La Majagua y la parroquia de Sánchez, y un día sintió que no veía a cierta distancia, que su vista estaba muy cansada.

Fue a recostarse y al pasar horas durmiendo se sorprendió de escuchar niños jugando estando aún tan oscuro. “¿Qué hora es? Si ya amaneció, estoy ciego”. Eran las ocho treinta de la mañana. Ahí se inició un largo recorrido por consultorios de los mejores oftalmólogos. El primero, cuenta, no supo decirle nada y le indicó pastillas fuertes para dormir. A éste sucedieron otros que le diagnosticaron: “un papiloma que le presionó el nervio óptico y se lo estranguló”, “neuritis irreversible” que vino acompañada de un consejo: “Vete al Patronato, eres un ciego más”.

“No me di por vencido”, relata, y acudió a los más reputados y al famoso hospital de Los Alcarrizos. “Me hicieron resonancia magnética, punsión lumbar y una penetración profunda del nervio óptico y el resultado: nada. Nunca supe lo que me pasó”

Leonel Méndez, nació en Río San Juan el 18 de noviembre de 1967. Tenía un alto grado de visión que desapareció a los 15 años. Le diagnosticaron catarata congénita. Así trabajaba en bienes raíces y construcciones. “Le puedo entregar una casa normal”, asegura, pero estas labores “son muy aventureras” y decidió estudiar en la Fundación Dominicana de Ciegos para rehabilitarse y ser masajista terapeuta. Está casado con Cristina, madre de sus hijos Richel, Leonaire y Crismari.

Sully Bussi Montás, nacida el 22 de enero de 1973, quedó ciega en abril de 1987, después de padecer un fuerte dolor de cabeza. Tras meses de internamiento los médicos le dijeron que sufrió comienzo de derrame cerebral y desprendimiento de retina, también un tumor cerebral que fue descartado después de varios días en el Oncológico. Es la madre de Rafael, Randy y Rawling y el asombro de pasajeros de guaguas y conchos que la ven desplazarse sola desde Guachupita hasta Gascue para cumplir con su trabajo donde la demanda una clientela especialmente interesada en eliminar estrés y reducir medidas.

Vida productiva
Raúl es quien lleva menos tiempo impedido de la visión. Es emprendedor, visionario, hábil para sanar tensiones, desviaciones de la columna, hundimientos lumbares, dolores, parálisis. Hizo tantas especialidades porque al ser padre de cuatro hijos: Virtudes, Rosa Iris, Félix Raúl y Raúl Alberto, debía integrarse a la vida productiva.

“Tenía que ser ejemplo para ellos, demostrar que la vida no había acabado para mí. Me rehabilitaron, me enseñaron a andar con bastón, tuve que tirarme a la calle rápido”

Después de dominar las técnicas, fue a Sánchez a compartir lo aprendido y dio clases. Cuando terminó sus especialidades y descubrió que podía curar, “me sentí preparado y monté mi propio centro, el 15 de marzo de 2007” Además de las manos trabajan unas máquinas “termomasajeadoras” con camilla terapéutica para alinear la columna. Trabaja con un rolo infrarrojo y piedras de jade curativas”, explica Adalgisa.

Muchos médicos les refieren pacientes pero otros acuden a recibir terapia, como las doctoras Ana Saudhi y Anna Liz Rosado, que coincidieron con los periodistas. Profesionales hablan de la eficacia del trabajo de Raúl, Leonel y Sully: “Tienen unas manos que Dios les bendiga, ayudan a aliviar el dolor y ponen a las personas bellas”, comunicó una funcionara. Magino Corporán, activo ejecutivo que fue discapacitado hasta hace dos años, ha visto desaparecer con ellos las secuelas de una reciente cirugía. “Se me habían acumulado demasiado dolores. Son mi inspiración, me retornan fuerzas, demuestran que una incapacidad no debe ser motivo para mendigar. Son incansables. Trabajan hasta el estrés. Su perfil ético-profesional impresiona”.

Desde las siete de la mañana hasta las 9 de la noche, exclama Raúl, “estamos al servicio de las personas que nos necesitan, con precios muy económicos y con manos profesionales, pero sobre todo, humanas”.

En síntesis

Voluntad y nobleza
La pérdida de visión no fue obstáculo para que Raúl, Leonel y Sully se prepararan para constituirse en masajistas que por  su asombrosa eficacia son muy solicitados. Muchos médicos les refieren pacientes.  “Tienen unas manos que Dios les bendiga, ayudan a aliviar el dolor y ponen a las personas bellas” dijo una paciente.

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