Dice el refranero que el que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija, y en este país no hay sombra que cobije mas que la política. Y si no que le pregunten a tantos jorocones que andan por ahí con los bolsillos repletos de dinero malhabido, cuyo único mérito es pertenecer a un partido que pasó por el gobierno o que sigue pegado de esa teta y no la piensa soltar jamás. Por eso no puede culparse al exconsejero del Poder Judicial, Francisco Arias Valera, acusado junto a la exmagistrada Awilda Reyes Beltré de prevaricación, por querer convertir su caso en una persecución contra el expresidente Leonel Fernández, pues podría ser el bajadero que le permita salir bien librado del difícil trance en el que su encuentra al convertirse de presunto prevaricador en víctima colateral de la inquina del danilismo contra el presidente del PLD en su afán de sacarlo de la carrera por la candidatura del 2020. Arias Valera le dijo a este diario que recibe presiones, que incluyen amenazas de enviarlo a la cárcel, para que junto a Reyes Beltré testifiquen que recibían órdenes de Radhamés Jiménez, exprocurador General y miembro del Comité Político, para dictar determinadas sentencias. Y todo eso, explicó, con el propósito de debilitar aún mas la influencia del expresidente Fernández en el máximo organismo de dirección del PLD para poder pasar, otra vez, la reelección. Desde luego, nadie está obligado a chuparse ese caramelo, ni siquiera los propios peledeístas del gobierno. Pero en el punto en el que están las cosas lo que menos necesitan en el Palacio Nacional, vuelto locos y sin ideas porque no le encuentran salida al lío de Odebrecht, no saben qué hacer con el movimiento verde ni tienen respuesta para la delincuencia que no da tregua, es una refriega interna que erosione aún mas la unidad partidaria, absolutamente necesaria para resistir los poderosos y destructivos vientos que se espera acompañen al huracán Odebrecht, el primero de la temporada ciclónica que arranca en junio.