Buscando paradigmas: Rafael Corominas Pepín

Buscando paradigmas: Rafael Corominas Pepín

Rafael Corominas Pepín murió como vivió. “Fellito” se despidió con un gesto de solidaridad humana y de ciudadano ejemplar, donando todos sus libros y documentos técnicos a la Biblioteca Emilio Rodríguez Demorizi, del INTEC.
La sociedad debe aquilatar en su verdadera dimensión el acervo que “Fellito” nos legó con su propia vida, como un ejemplo que debe ser emulado por los dominicanos de buena fe, en esta época de pérdida de valores.
Sus conocimientos y logros profesionales los compartió con la colectividad nacional. Antes de que haya una réplica desfasada del terremoto del 1947, los dominicanos debemos mirar hacia el firmamento y decirle a “Fello” que seguiremos sus pasos, aplicando el patrón sismológico que impulsó como Secretario de Obras Públicas, para construir estructuras sismo-resistentes que nos protejan de la angustia de morir aplastados en un aleatorio sismo que la Providencia ha evitado que ocurra. Fue un funcionario público caracterizado por la eficiencia técnica y la probidad moral.
Desde niño fui su vecino. Nuestra casa estaba a unos 20 metros de la suya. Me llevaba unos 15 años de edad. Esa brecha etaria ayudó a que se reforzara mi visión de tenerlo como uno de los paradigmas a seguir, siendo él un joven precoz que descolló en las Matemáticas.
La vida técnica de “Fellito” fue tan brillante que nos obnubiló y no percibimos otros aspectos, tan fulgurantes como su ejercicio profesional y académico: fue un ciudadano responsable, defensor de la democracia. Recordemos su discurso como Presidente del CODIA, en el Congreso del año 1973 demandando la libertad de “Cocuyo” Báez injustamente encarcelado. En los lóbregos días de Caracoles bastó que le informara, un sábado, que Juan B. Santos estaba preso en San Francisco de Macorís, para que el siguiente lunes el CODIA publicara un comunicado exigiendo la libertad de ese prestigioso profesional. ¡El CODIA de la época de “Fellito” no se parece al de la actualidad, por decir lo menos! Me honro con haber participado junto a “Fello” y otras tres personalidades en la coordinación del emblemático Encuentro de Profesionales con el profesor Juan Bosch, que se celebraría en Santiago el 25 de septiembre de 1972. El hogar de “Fellito” fue refugio solidario del Profesor Bosch como resguardo de persecuciones que sufrió.
Mucho antes de la donación de libros, INTEC recibió de “Fellito” algo aún más enaltecedor. En la década de los 70 el destino y la intolerancia política sumaron fuerzas para poner en peligro la supervivencia del INTEC, que había perdido su primer Rector. Los jóvenes nucleados alrededor del INTEC estábamos conscientes de la gravedad del caso. Ante una sociedad tradicional como aquella, ninguno tendría la legitimidad social ni la autoridad que aportarían los años, para asumir la Rectoría en esas circunstancias. Cual Cid Campeador el ingeniero Corominas Pepín asumió la Rectoría y salvó a INTEC de una inminente desaparición. “Fellito” siempre orgulloso de su estirpe, de los Pepín, honró el coraje de su familiar “Perico” Pepín, Gobernador de Santiago que, ante el ajusticiamiento de Moca montó su caballo y dijo: ¡Que me sigan los guapos! En medio de traiciones automáticas “Perico” recogió el cadáver para darle cristiana sepultura en la Iglesia Mayor al joven héroe restaurador, devenido en sanguinario tirano o supuesto “Pacificador” que, como coartada, cobró a nuestra nación un alto precio por haberle dado la espalda al civilista por excelencia, de Santiago y de la nación, Ulises Francisco Espaillat. “Fellito” gozaba esa anécdota. No podía dejar de mencionarla.
La Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica planteó a la Alcaldía del Distrito Nacional que una calle de Santo Domingo lleve el nombre de ese ilustre santiaguero. Santiago debe hacer lo propio. Además, INTEC debería crear la Cátedra Rafael Corominas Pepín u otro Premio que se otorgaría a los mejores trabajos de divulgación sobre Ingeniería Sísmica y Sismología que se publiquen cada año.

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