Las opiniones que se escuchan a diario de la generalidad de las personas, pero especialmente de aquellas que por razones entendibles viven en contacto directo con sectores populares y de mayor movimiento sobre la participación y actitud oficial en el tema del narcotráfico, coincide plenamente con las encuestas recientemente publicadas y con lo que dicen los sacerdotes de los barrios.
Algunos sectores teorizan sobre los acontecimientos del momento, pero el pueblo con sabiduría especial habla sin muchos recovecos sobre las incongruentes actuaciones y declaraciones de los casos ligados al narcotráfico y lavado, entendiendo que todo es una novela, expresando además que al parecer están buscando, pero rogando que no aparezca.
En tal sentido han comenzado a crear fantasías que ponen a cualquiera a pensar, si en realidad se trata de una novela para entretener la opinión pública o de un mecanismo para disfrazar escándalos de consecuencias incalculables.
El pueblo ha empezado a ponerles nombres a los actores como a posibles implicados. Y no es para menos, porque una de las personas principales, aparentemente vinculada a una acción perseguida por todo el aparato de seguridad y judicial del país, se escurre como por arte de magia. Entra o sale y nadie sabe nada, lo que da pie a elucubraciones y rumores.
Pocos personajes del gobierno, organismos investigativos e incluso de poder escapan de que la gente le otorgue algún papel en la novela, lo que comienza a crear una ola de rumores peligrosa, porque las inconsistencias han estado presentes en todos los movimientos que ante la opinión pública han presentado los responsables de esclarecer dichos expedientes.
Ese peligroso y maligno rumor popular está creando preocupación en muchas personas que no saben hasta dónde va a llegar nuestra sociedad, si se continúan dando pasos carentes de lógica que solo contribuyen a aumentar a la incredulidad, mientras las máximas autoridades, sin inmutarse, voltean sus caras para no mirar hacia dónde se dirigen esos rumores, al parecer esperando nuevos sucesos para que como se dice: cero mate cero.
Mientras tanto a la desaparecida algunos la ubican en algún lugar de Europa, donde sin lugar a dudas tuvo que haber llegado por avión o barco con pasaporte, visa, boleto, chequeo migratorio y hasta aduanal, aunque otros opinan que se encuentra aquí. El caso es que al parecer nadie sabe nada, ni se ponen de acuerdo.
Ante situaciones como éstas la gente se hace cada vez más escéptica en cuanto a lo que puedan hacer o decir las autoridades y eso debe llevarnos a todos a la reflexión, porque a fin de cuentas, en su novelesca imaginación, el pueblo pudiera sentirse empujado a identificarse más con los perseguidos que con los perseguidores.
El gobierno tiene que ponerle atención urgente a la percepción de la gente, a las encuestas, a lo que dicen los sacerdotes de nuestros barrios, para que no se pierda por completo la credibilidad, porque la credibilidad y el respeto están íntimamente unidas.