Buscar el camino real

Buscar el camino real

–Será necesario contratar dos periodistas para que defiendan la prolongación de la avenida donde estarán los solares. Nosotros no podemos hacernos cargo, directamente, de la defensa del proyecto. Ya todo lo tenemos listo. Pero queremos estar preparados por si surgen voces que critiquen a los políticos, al ayuntamiento, a inversionistas en bienes raíces. Eso nunca falta. Ustedes tendrán que hacer ese trabajo. Nosotros no debemos aparecer. Caperuzo escuchaba atentamente a Brazobán; jugaba con su abridor de cartas con el que tamborileaba sobre un pisapapaeles. Brazobán añadió: tengo encargo de “el hombre” de decirle que esto es muy importante. No queremos escándalos en la prensa.

–Nosotros, en el ayuntamiento, llevaríamos la peor parte. Por eso he venido a verlo en lugar de llamarlo por teléfono. El empleado suyo que gestiona la compra de la casa de la viuda Edelmira podría ayudarle. –¿Cómo? él no es periodista. –Gente nuestra lo ha investigado. Tiene amigos periodistas. Habla con ellos en un barcito del Ensanche Los Caobos. –¿Periodistas? No sabía que Tizol tuviera esos amigos. –Tal vez sean escritores, declamadores de radio, poetas, estudiantes de letras, ¡que se yo! Son tipos que siempre andan con un libro en la mano. Unos pendejos que pasan horas hablando tonterías. –Dígale a “el hombre” que resolveré el problema.

Brazobán se quitó los espejuelos obscuros y los limpió con la corbata. Miraba los muebles de la oficina de Caperuzo con interés. –Posee un despacho muy bien decorado, unos cuadros con colores muy vistosos. Lo felicito por su éxito como empresario. El alcalde ha arreglado su oficina con un arquitecto que trabaja para el gobierno. Pero ahora no le gusta. Dice que los cuadros son mamarrachos. Los sillones son rarísimos; dizque diseñados en Finlandia. Ojalá pueda ver las luces de este techo.

–¿Cuánto habría que pagar a un periodista? –No se preocupe por el dinero; usted lo avanza y nosotros lo reembolsaremos. El asunto es que el alcalde no quiere que intervengan los de relaciones públicas. Brazobán se levantó y extendió la mano a Caperuzo; confío en que todo saldrá bien. Ya la tasación de las tierras está aprobada. Estamos a tiro de pistola. –Descuide, Brazobán, hablaré con Tizol y buscaré un camino real.

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