Ante un mundo en conflicto. Ante sociedades desgarradas por la violencia, las drogas y las desigualdades sociales.
Ante tantas personas que viven insatisfechas, infelices y traumatizadas con su forma de vivir, más que buscar tratamientos médicos, se debe buscar prevención, funcionabilidad y equilibrio en la vida, para poder fluir.
Sabemos que no existe la perfección, ni nadie puede tener los controles de todo a su alrededor. Por ejemplo, nadie tiene el trabajo ideal, ni la familia ni la pareja perfecta e ideal y, mucho menos, aspirar a vivir y socializar sin conflictos, sin desacuerdos y sin confrontar algún riesgo.
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Cada familia y cada persona poseen su propia historia, su crianza, aprendizaje y experiencias interpretadas y asimiladas de forma diferente. Cada quien vive y confronta un pasado del que no fue responsable y de un futuro que del todo no depende de él.
Ante todas estas reflexiones, la salud mental plantea buscar el equilibrio entre lo físico, psicoemocional, social y espiritual.
Lograr la estabilidad y la armonía entre lo interior y lo exterior, ayuda al bienestar y la felicidad. Pero también, ayuda el aprender a proteger y cuidar las vulnerabilidades con las que vivimos.
El estrés, la envidia, el resentimiento y los prejuicios, son de los mayores indicadores psicológicos que rompen con el equilibrio de una persona.
En la vida hay que aprender a gerenciar el estrés, vivir con actitudes emocionales positivas, aprender a cerrar el pasado y enfocarse a vivir el presente manteniendo el apego, los vínculos y el sentido de pertenencia con la dinámica familiar, amigos, pareja y grupos sociales saludables.
Un buen equilibrio en la vida se alcanza manteniéndose alejado de todo tipo de dependencia, adicciones a las drogas o evitando confrontaciones que nos llevan al desequilibrio psicológico, emocional y social.
El logro del bienestar personal, social y espiritual en la adultez genera satisfacción vital. Pero, alcanzarlo con libertad, autonomía e independencia, permite fluir y funcionar en la vida con sentido de vida y de trascendencia.
El equilibrio en millones de personas lo ha alterado la tecnología y las redes sociales, usadas de forma irresponsable a través de la búsqueda de la notoriedad y la validación enfermiza o salir del anonimato, ser noticia, escapar de la soledad o conquistar el ego, la vanidad y el presentismo social.
La madurez, es la mejor conquista para mantener el equilibrio: vivir de forma responsable, tener objetivo y propósito definido, aprender de la flexibilidad, las adversidades, crisis y frustraciones a la que estamos expuestos.
Sin embargo, para mantener el equilibrio y la salud mental, aprenda a poner límites, distancia de personas tóxicas y de espacios tóxicos y patológicos.
Un buen equilibrio se consigue con la espiritualidad, con los libros, lectura, música, ejercicios, meditación y yoga, pero, también, enfocarse en aumentar los amigos y dejar llegar todo lo bueno y oxigenante que nos depara la vida.
La actitud saludable, la bondad y la gratitud, junto a la compasión y el merecimiento ayudan grandemente a ser seres humanos con equilibrio, emocionalmente sanos y psicológicamente funcionales.
En la vida, hay que buscar el equilibrio, cuando no lo encuentre, busque la ayuda de la salud mental, de psicólogos y psiquiatras por su bienestar emocional y social.