Bush concluye gira por Europa

Bush concluye gira por Europa

TIFLIS (EFE).- El presidente de EEUU, George W. Bush, logró algo que parecía imposible antes de comenzar la gira por Europa que ayer terminó en Georgia: dejar satisfechos a todos sus interlocutores. El viaje comenzó en una plaza de la Libertad, la de Riga, y concluyó en otra plaza de la Libertad, en Tiflis, en un paralelismo simbólico muy pensado por la Casa Blanca.

El presidente, que visitó Letonia, Holanda, Rusia y Georgia en un viaje de cinco días, pretendía no sólo conmemorar el 60 aniversario del fin de la II Guerra Mundial, el objetivo oficial del viaje, sino también fomentar la democracia en los países de la antigua Unión Soviética.

Y si hay que juzgar el resultado por la acogida que encontró en el discurso de cierre, hoy en Tiflis, consiguió este último objetivo con creces. Decenas de miles de personas, más de 100.000 según las autoridades georgianas, acudieron a ver al presidente, al que aplaudieron con arrobo cada una de sus frases.

«Vuestra valentía inspira a reformistas democráticos y envía un mensaje que tiene eco en todo el mundo: la libertad será el futuro de cada nación y de cada persona en el mundo», afirmó el presidente, en una frase que resume todo el mensaje de su gira.

Esta gira le granjeó las protestas de Moscú, que veía en las etapas de Letonia y Georgia, en especial, un intento de EEUU de expandir su influencia en una zona que siempre había mirado hacia Rusia.

Bush, además, llegaba a Riga el viernes en medio de una fuerte polémica entre las repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania- y Rusia. Las tres primeras exigían que Moscú, al cumplirse el aniversario de la guerra, se disculpara por la ocupación soviética que comenzó entonces y se prolongó cincuenta años.

El presidente ruso, Vladímir Putin, se negaba a hacerlo y acusaba en cambio a esos países de colaboracionismo con los nazis durante la época del conflicto.

Bush resolvió el dilema con una de cal y una de arena para cada parte: lanzó una señal a los rusos para que admitieran el pasado, al reconocer él mismo la parte de responsabilidad de EEUU en la división de Europa en la Guerra Fría, y también instó a Moscú a no injerir en los procesos democratizadores de sus países vecinos, al asegurarle que esa libertad acabaría beneficiándola.

Pero también, a los países bálticos les recordó que una parte indispensable de la democracia es el respeto a las minorías.

Rusia cree que las tres repúblicas bálticas discriminan a sus importantes minorías ruso hablantes.

Tras un paso de abrir y cerrar los ojos en Holanda, donde rindió homenaje a los soldados de EEUU caídos en la guerra, Bush llegó a Moscú para el evento más esperado de la gira, una reunión con Putin a la que ambos arrastraban quejas.

Si Putin estaba preocupado por la influencia de EEUU en sus vecinos, Washington había expresado su preocupación por la evolución de la democracia en la propia Rusia.

La última reunión, en Bratislava en febrero, había sentado el precedente de un desacuerdo muy público, en una rueda de prensa, sobre el concepto de democracia entre ambos países.

Finalmente, ambos mandatarios, que abordaron, según la Casa Blanca, «extensivamente» esos desacuerdos, optaron por centrar la reunión en asuntos en los que se encuentran más en sintonía, como Oriente Medio.

La imagen pública que presentaron, desde luego, fue de dos grandes amigos: si en su reunión del domingo por la noche Putin invitó a Bush a dar una vuelta en su Volga blanco, una reproducción de un modelo del año 1956, al día siguiente ambos se daban palmadas en la espalda mientras posaban para los fotógrafos.

Tanto la Casa Blanca como el Ministerio de Exteriores ruso hicieron hincapié en la «gran relación» tanto personal como presidencial entre ambos mandatarios.

Y Rusia habrá quedado satisfecha de que, en la última etapa de su viaje, Bush no haya querido inmiscuirse en el contencioso entre Moscú y Tiflis por la presencia de bases rusas en Georgia. Bush se limitó a dejar claro al presidente Mijail Saakashvili que es un asunto que debe ser resuelto de manera bilateral.

Pero, en otra de arena, Bush insistió en que «la integridad y la soberanía de Georgia debe ser respetada por todas las naciones», en una alusión más que clara al apoyo de Rusia a las aspiraciones independentistas de las provincias de Abjasia y Osetia del Sur.

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