Bush Jr. cuesta abajo

<p>Bush Jr. cuesta abajo</p>

UBI RIVAS
El presidente George Bush jr. a todas luces es percibido por sus propios conciudadanos y por la comunidad internacional en franca cuesta abajo, faltando 24 meses para expirar su segundo y último mandato.

El 27 de enero último, Bush jr. confrontó un soberano disgusto cuando miles de manifestantes se congregaron frente al Capitolio para exigir la retirada de 142 mil soldados norteamericanos en Iraq, sin mencionar otro tanto que Bush jr. ha enviado a Afganistán, la más clandestina y sorda de cuantas aventuras imperialistas este servidor ha observado.

Al siguiente día, 28, los cables noticiosos internacionales reportaban la masacre por las tropas norteamericanas en Nayaf y Kerbala, más de 250 muertos, y 14 soldados de Estados Unidos, lo que eleva a más de cuatro mil las bajas estadounidenses en la aventura imperialista iraquí.

También ese día 28, la senadora (PD-NY) Hillary Rodhan Clinton, aspirante a la nominación demócrata en las elecciones de noviembre 8 de 2008, y que apoyó originalmente la invasión de su país a Iraq, manifestó en su visita al estado de Iowa, “que la guerra no habría sucedido si el Congreso hubiera sabido entonces lo que sabe ahora”, culpando al Presidente de un uso negativo de su autoridad.

En pocas palabras, la ex-primera dama se refería obviamente a que Bush jr. mintió, engañó a los congresistas, a su país y a la comunidad internacional, alegando, para justificar lo injustificable, que el presidente Saddan Hussein poseía armas de destrucción masiva y que sostenía vínculos estrechos con Osama Bin Laden, ninguno de esos argumentos nunca fue probado, hasta hoy.

Consecuencias de las miopías reincidentes, la ausencia absoluta de visión política, de pésimo desempeño en el ámbito internacional, Bush jr. endosa un legado sombrío y empinado a su sucesor, prospectando un somero arqueo del caos y atolladero que es el embrollo iraquí, algo similar en Afganistán, dos aventuras guerreristas que el imperio no puede ganar nunca porque se inscriben en el teatro de guerra no convencional, de movimientos, sorpresa, fantasma.

A esos dos escenarios espinosos, sin solución de continuidad ni el menor asomo de éxito que no sea la rápida evacuación similar a la de Saigón el 29 de abril de 1975, se añaden los intentos fútiles de Bush jr. de que Teherán y Piongyang detengan sus proyectos nucleares, cuando en diciembre último firmó un convenio con India para impulsar lo mismo que se empecina en no reconocerle a los iraníes y los norcoreanos.

Bush jr. ha sido el principal saboteador de la Hoja de Ruta, de su cosecha, el más diáfano documento para solucionar el permanente embrollo de Palestina y viabilizar la fundación del Estado Palestino, sin cuya proclamación formal no habrá nunca paz en el Cercano Oriente.

Finalmente Bush jr. ha profundizado como ningún gobernante el empeoramiento de las relaciones con su vecino México, disponiendo la erección de un muro de 1,200 kilómetros para impedir el acceso a territorio norteamericano de mexicanos indigentes que acuden al tío Sam a suplir mano de obra no especializada y barata.

El déficit presupuestario del año pasado que se elevó a US$326 mil millones, es otro factor preocupante para los demócratas, que definitivamente se impondrán con el candidato triunfador, en las elecciones para culminar la Era Bush, una de las más traumáticas, desarraigadoras del espíritu norteamericano, permeada de desaciertos, pésimos manejos administrativos, corrupción y violación condenable de los derechos humanos con las cárceles de Abu Gehraib y Guantánamo.

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