Bush necesitará ajustes para fondos Nueva Orleans

Bush necesitará ajustes para fondos Nueva Orleans

WASHINGTON (EFE).- El presidente de EEUU, George W. Bush, prometió un plan de reconstrucción tras el huracán Katrina sufragado por el Gobierno federal y que no escatimará gastos, pero no está claro de dónde se obtendrá el dinero. El plan prometido por el presidente Bush, quien asegura que será entre los mayores de la historia, requerirá que Estados Unidos haga «ajustes fiscales», dijo hoy el director económico del Fondo Monetario Internacional (FMI), Raghuram Rajan.

   Hasta ahora los economistas han calculado que el huracán Katrina causó daños por unos 100.000 millones de dólares, y que las labores de reconstrucción y asistencia a los damnificados costarán unos 200.000 millones de dólares.

   Los gastos relacionados con Katrina son ya de unos 2.000 millones de dólares diarios, esto es, diez veces más que el costo de las operaciones militares de EEUU en Irak, y esto antes de que toque tierra en la costa del Golfo de México el huracán Rita.

   «El gasto para la reconstrucción deberá atenderse con ajustes fiscales en otros sectores», opinó Rajan en una conferencia de prensa, en la que puso el dedo en la llaga de un debate político que agita a demócratas y republicanos en Washington.

   Bush ha reiterado que, por ley, al Gobierno federal le corresponde pagar por lo menos el 75 por ciento de los costos de reconstrucción de infraestructura pública, lo cual incluye puertos, autopistas, aeropuertos e instalaciones militares.

   Pero, aunque demócratas y republicanos están de acuerdo en que ésta será una inversión cuantiosa, la disputa es acerca de dónde se obtendrá el dinero.

   «La plata saldrá del bolsillo de los contribuyentes estadounidenses», dijo Al Hubbard, director del Consejo Económico Nacional del presidente Bush.

   El Congreso, que tiene mayoría republicana en ambas cámaras, ya decidió que postergará el debate sobre más reducciones de impuestos, el instrumento central de la política económica de Bush.

   El secretario del Tesoro, John Snow, ha dicho que la situación requerirá que se posterguen algunas de las reducciones de impuestos que debían entrar en vigor en 2006. Los demócratas bregan para que esos recortes no sólo se aplacen, sino que desaparezcan.

   Los republicanos más conservadores temen que la catástrofe empuje a Bush a emprender lo que para los dogmáticos es un anatema: un gigantesco programa gubernamental que, además de la mera reconstrucción, intente resolver otros problemas como la pobreza.

   El representante republicano Tom Feeney, de Florida, dijo que él y otros conservadores en materia fiscal están «verdaderamente preocupados» y quieren que los gastos se financien con la reducción de otros programas.

   Ya antes de Katrina los conservadores estaban descontentos con Bush: entre 2000 y 2005 el gasto del Gobierno federal ha subido del 18,4 por ciento al 20,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).

   En el mismo período, las cuentas del Gobierno federal pasaron de un superávit equivalente al 2,5 por ciento del PIB a un déficit del 2,7 por ciento.

   La alternativa, si los conservadores no quieren postergar las reducciones de impuestos y el Gobierno de Bush no quiere arriesgar más tajadas de la poca popularidad que le queda cortando programas sociales, es emitir más bonos del Tesoro que, en su mayoría, van a parar a China y Japón.

   «Doscientos mil millones de dólares es una cantidad enorme», dijo a EFE, Ron Haskins, de Brookings Institution. «*Cómo van a pagar todo esto? Van a financiarlo con gasto deficitario, pidiéndole dinero prestado a China».

   Los inversionistas extranjeros, que en 2000 tenían en sus manos 1,1 billones de dólares en títulos del Tesoro de EEUU, poseen ahora 2,3 billones de dólares de la deuda nacional, que es de más de 7,3 billones de dólares.

   Esto significa que cada persona en EEUU, que en 2000 debía a los extranjeros 3.701 dólares, debe ahora 6.846 dólares.

   Japón es el mayor acreedor de EEUU, con bonos del Tesoro por valor de 683.000 millones de dólares, y China se convirtió en el segundo mayor acreedor recientemente con bonos por 242.000 millones de dólares.

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