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WASHINGTON (AFP).- El presidente George W. Bush no va a cambiar radicalmente el rumbo de la política exterior estadounidense tras su reelección, pero quiere restaurar una «relación fuerte» con los gobiernos europeos tras las divisiones suscitadas por la guerra contra Irak.
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, aseguró en una entrevista publicada el martes por el Financial Times que Bush va a continuar ejerciendo una política exterior «agresiva» y no piensa «ni ceder, ni retroceder», aunque muchos países la hayan considerado «demasiado unilateral».
Tras vencer en las urnas el 2 de noviembre con destacada ventaja y asegurándose de una mayoría afianzada en el Congreso estadounidense, Bush ve su segundo mandato como «una continuación de sus principios, de sus visiones políticas, de sus creencias», acotó Powell.
Estados Unidos no descarta renunciar a la posibilidad, «cuando sea necesario, de actuar solo o con una coalición de voluntarios para defender nuestros intereses y nuestras necesidades», remarcó.
Pero la Casa Blanca y el departamento de Estado han enviado al mismo tiempo señales, al menos en palabras, de un deseo de calmar las fricciones a nivel internacional, particularmente con países como Francia, Alemania o España, con los que sus relaciones se habían vuelto ásperas por su política exterior.
Bush tuvo algunas propuestas de conciliación con su homólogo francés Jacques Chirac, en el marco de una conversación telefónica este martes, trascendió.
Chirac «felicitó calurosa y amistosamente a Bush por su reelección y se manifestó complacido de poder llevar adelante con él relaciones contructivas y amistosas», reportó el Palacio Eliseo.
De su lado, Bush «ha evocado la importancia de trabajar juntos en los desafíos comunes y ratificó que continuará tendiendo la mano a nuestros amigos y aliados europeos», subrayó en comunicado la Casa Blanca.
En su camino hacia México, donde participaba este martes de un encuentro sobre asuntos comunes a los dos países, Powell sostuvo que el presidente aspira a lograr «una relación fuerte con todos sus amigos y aliados europeos, a pesar de los desacuerdos que tuvimos en el pasado».
También, insistió notoriamente sobre los múltiples ámbitos de cooperación con «nuestros amigos franceses», frecuentemente vilipendiados durante la campaña por la reelección de Bush.
Powell citó los casos de Afganistán, Kosovo y la crisis en Costa de Marfil, donde Francia se está involucrando militarmente en un conflicto interno, como ejemplos de buena concertación entre París y Washington.
Además, aseguró que no espera que París y Berlín, en contra de la guerra en Irak, vayan a enviar tropas mañana.
Pero Washington estará atento a todo gesto en materia de ayuda a la celebración de las elecciones iraquíes, en enero próximo, de apoyo al gobierno interino o de respaldo a la colaboración de la OTAN para formar las fuerzas armadas de ese país, puntualizó.
Con el mismo tono se refirió respecto al gobierno de Madrid, pese a la retirada de España de la coalición miitar en Irak que enfrió las relaciones con Washington. «Tuvimos un desacuerdo con España, pero vamos a encontrar los ámbitos de cooperación», indicó Powell.
El conflicto palestino-israelí podría constituir para los europeos una prueba concreta importante de las buenas intenciones estadounidenses, ya que la Unión Europea (UE) desea vivamente ver a Washington involucrarse en la búsqueda de un acuerdo de paz, en momentos en que el presidente palestino Yasser Arafat está internado en Francia entre la vida y la muerte.
Ese tema podría figurar en un buen lugar durante una visita a Washington el jueves y viernes del primer ministro británico Tony Blair, principal aliado europeo de Bush.
La Casa Blanca por su parte ha entablado en los últimos días contactos discretos con las embajadas europeas en Washington para discutir la situación en Medio Oriente tras la era Arafat, según fuentes diplomáticas.
