Bush: soldados torturaron iraquíes serán castigados

Bush: soldados torturaron iraquíes serán castigados

EL CAIRO.- El presidente de EEUU, George W. Bush, prometió ayer que los soldados culpables de torturar presos iraquíes «serán castigados» y ha admitido que esas acciones han erosionado la credibilidad de su país en Oriente Medio, aunque no ha pedido disculpas.

En una entrevista concedida al canal de televisión por satélite árabe «Al-Arabiya», Bush que las tropas estadounidenses permanecerán en Irak hasta que hayan cumplido su misión.

«Habrá una investigación exhaustiva y se hará Justicia. El pueblo de Irak debe saber que entiendo esas prácticas como algo terrible. Tuvieron lugar en una prisión que no representa a los EEUU que yo conozco», aseguró.

«No tenemos nada que ocultar. Creemos en la transparencia porque así funcionan las sociedades libres. Pero es importante que el pueblo iraquí comprenda que en democracia no todo es perfecto, que se cometen errores». Bush expresó su optimismo en que la mayor parte de los ciudadanos de Oriente Medio no juzgue a EEUU por esas fotografías.

«Creo que la gente en Oriente Medio que quiere molestar a EEUU las utilizará como excusa para seguir reclutando gente, pero también creo que la mayoría pensará, este no es el país del que he oído hablar», indicó.

Después, cuando el entrevistador, que no aparecía en pantalla, le pregunto si podía garantizar que atrocidades como estas no se repetirían, Bush contestó: «Sin duda. Así se lo he dicho al secretario de Defensa», Donald Rumsfeld.

[b]Rumsfeld testificará[/b]

Rumsfeld ha sido citado para una audiencia en el Senado, posiblemente hoy, jueves, sobre los malos tratos y muertes de iraquíes en prisiones de Irak.

Rumsfeld ha sido citado porque la cúpula civil del Pentágono «tiene la responsabilidad final» en el escándalo, anunció el presidente del Comité de Fuerzas Armadas del Senado, el republicano John Warner.

El senador afirmó que Rumsfeld no tiene ninguna «reticencia» para ofrecer testimonio, en público o en privado, sobre el mal trato que han recibido los prisioneros iraquíes.

[b]Ira en el Congreso[/b]

El escándalo de los prisioneros iraquíes provocó una tormenta en el Congreso donde republicanos y demócratas, furiosos por no haber sido informados por el Pentágono, exigen ejercer su poder de control sobre las actividades en Irak.

«Debemos dar prueba de liderazgo en el Congreso (sobre Irak) donde hasta el presente hemos fracasado», afirmó el miércoles el senador demócrata Richard Durbin.

«En principio, deberíamos adoptar una resolución afirmando que estos hechos en Irak no son un reflejo de lo que representa Estados Unidos, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, debe volver al Congreso lo antes posible para ser escuchado y explicar exactamente lo que pasó», agregó.

[b]No convence árabes[/b]

Por otro lado, la población de todo el Medio Oriente reaccionó con escepticismo el miércoles a las entrevistas de Bush en dos estaciones de televisión árabes. Muchos decían que era difícil que el presidente estadounidense lograra convencerlos de que Estados Unidos tiene las mejores intenciones para con ellos.

Muchos ni siquiera vieron las entrevistas, debido a la falta de publicidad en las cadenas de televisión y a la desconfianza generalizada en Bush.

La entrevista de «Al-Arabiya» fue emitida en inglés y sin traducción en una primera ocasión e interpretada al árabe en una segunda emisión una hora más tarde.

Luego dijo que las tropas estadounidenses continuarán en Irak. «Los iraquíes deben entender que EEUU no se retirará hasta que haya terminado su trabajo. Queremos ayudar a Irak. Asumimos una responsabilidad y la mantenemos porque creemos en la libertad y creemos que la gente de Irak quiere ser libre. Estoy orgulloso de esos hombres y mujeres que nos ayudan», subrayó el presidente.

Bush también señaló que su Administración y los funcionarios en Irak, tanto estadounidenses como iraquíes, y las fuerzas de la coalición «están totalmente preparados» para acabar su tarea.

Sobre el desafío abierto por el líder radical chií Muqtada al-Sadr, refugiado en la ciudad santa de Nayaf, Bush indicó que deben ser los propios iraquíes quienes terminen con su revuelta porque «ese no es el camino hacia la democracia».

«Vamos a ser muy respetuosos con los lugares santos. Entendemos el enorme significado que tienen para los iraquíes….deben ser las fuerzas de seguridad iraquíes (las que luchen) con las milicias, porque los milicianos son gente que mata, que quiere imponer… y ese no es el camino de la democracia», aseguró.

Acto seguido, el entrevistador preguntó Bush sobre las noticias acerca de que la red terrorista internacional «Al-Qaida» entró en Irak tras la caída del régimen de Sadam.

«Usted recuerda el 11 de septiembre de 2001. Al-Qaida atacó EEUU y nos declararon la guerra. Nosotros tomamos el desafío…Mientras yo sea presidente no dejaré de perseguirlos…»

«Esa gente nos odia, odia la libertad, quieren matar a los iraquíes porque los iraquíes quieren ser libres. Quieren desestabilizar el país y nosotros queremos ayudar a los iraquíes», respondió.

En respuesta a los temores que existen en la región a que desate otra guerra preventiva, en esta caso contra Siria, Bush respondió que la opción militar «para mí siempre es la última, no la primera».

«EEUU quiere promover la democracia sin acciones militares, si no a través de reformas… Pero los habitantes de Oriente Medio deben darse cuenta que su libertad no se parecerá a la libertad de EEUU… Debe adaptarse a la gente de la región. Sabemos que hay que dar tiempo», dijo Bush.

«Irak estaba en una situación diferente, debido a Sadam Husein. Había desafiado al mundo, sus armas de destrucción masiva, vínculos terroristas, torturas, fosas comunes…era una situación única»

En su última respuesta, Bush trató de hacer un guiño a los países árabes al presionar al primer ministro israelí, Ariel Sharon, y advertir que «cuando EEUU ve una opción de paz en el mundo, debe implicarse».

«Creo que es un momento histórico. Creo que hay una buena oportunidad para avanzar. Creo que es el momento y podemos», apostilló, antes de tender la mano al anónimo entrevistador.

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