Bush tiene un espejo para mirarse

Bush tiene un espejo para mirarse

HAMLET HERMANN
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush recibió en su despacho de la Sala Oval al primer ministro de la República Democrática de Vietnam, Pham Van Khai. No puede haber mejor oportunidad para un Presidente de Estados Unidos que tener el cara a cara con uno de los principales dirigentes del único país en la historia que, indiscutiblemente, ha podido derrotar al poderío militar norteamericano.

Esos deben haber sido instantes para que ambos funcionarios revisaran la historia contemporánea. Uno combatió en defensa de la soberanía de su pequeña nación y el otro encontró la manera de evadir la representación militar de su país en aquel conflicto. Aún así, cada uno de ellos debe tener una idea de lo que aquello significó.

Ojalá que el gobernante norteamericano haya tenido en esa entrevista la claridad mental para identificar el futuro a través del pasado. Porque es él quien más necesita del entendimiento de la situación que vive su país en estos momentos. El pueblo vietnamita luchó durante décadas, con heroísmo y tenacidad increíbles, hasta alcanzar no sólo la victoria militar sino logró que el propio pueblo norteamericano repudiara la política agresora de los gobiernos de los demócratas John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, así como de los republicanos Richard Nixon y Gerald Ford.

¿Puede alguien negar que la invasión contra Irak no sea algo semejante a lo que ocurrió a Estados Unidos contra Vietnam? Desde el inicio de esta agresión ha sido dicho por muchos analistas. Reiteradamente se ha difundido la idea de que Irak será un fracaso peor que el de Vietnam. Y si once mil once días que han transcurrido desde que los últimos norteamericanos escaparon de Vietnam por el techo de su embajada no han sido suficientes para reflexionar en este sentido, entenderemos por qué sus gobernantes están provocando el peor descalabro político y económico de esa gran nación. No en balde el presidente Bush exhibe ahora el menor respaldo a su gestión desde que inició la agresión contra Irak.

Uno de los aspectos interesantes de esta visita del primer ministro vietnamita es que no va a Estados Unidos a buscar ayuda o a solicitar dádivas. Va a esa nación a comprar a la Boeing aviones valorados en 500 millones de dólares para consolidar la flota comercial de la República Democrática de Vietnam. Para negociar, Pham lleva en su arsenal político el pensamiento del tío Ho Chi Minh de nación libre. No a mendigar sino como cliente de una de las grandes corporaciones que tanta inversión necesita para sobrevivir en la aviación comercial.

Con los constantes malos ratos que pasan actualmente las tropas norteamericanas en Irak a nadie debía sorprender que dentro de otras cuantas décadas los verdaderos líderes del pueblo iraquí, no los títeres norteamericanos, vayan a esa nación a negociar su petróleo en condiciones de igualdad y con libertad plena de decisión. Ya se pueden apreciar las señales de que la permanencia de las tropas norteamericanas en Irak es insostenible por mucho tiempo. La agudización del conflicto irregular que los militares de Estados Unidos no han sido capaces de descifrar tiene mucha similitud con la guerra del sudeste asiático. El desenlace parece que tampoco será muy diferente.

En más de una ocasión hemos dicho que una de las probabilidades de George W. Bush es que no termine su mandato. Si algo parece sostenerlo allí es que el actual vicepresidente, Richard Cheney, constituiría un empeoramiento de esta situación. El vicepresidente ha opinado que la insurgencia iraquí está en su última agonía mientras el jefe de estado mayor conjunto niega rotundamente ese criterio. Así que ni siquiera ellos mismos se han puesto de acuerdo en cuanto al estado de la guerra sino que, por el contrario, divagan por caminos diferentes aunque ambos conduzcan hacia la misma derrota. Porque la realidad es que el déficit fiscal de la economía provocado por la guerra, el desempleo generalizado y las enormes bajas sufridas en Irak están llevando a la ruina total a Estados Unidos y a la pérdida del liderazgo que ejercen en el mundo.

Irak podría ser, sin mucho margen para el error, el cementerio político de otro Bush. Algo más, podría permitir que los demócratas ascendieran de nuevo al poder de Estados Unidos y buscaran por otras vías la lucha por el liderazgo que en estos momentos parece arrebatarle China apresuradamente. De ahí la necesidad de que el presidente Bush sea capaz de verse en el espejo  que representa el primer ministro de Vietnam.

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