WASHINGTON,  (AFP) – El presidente estadounidense George W. Bush intentó ayer revertir un conflicto con sus aliados republicanos, que luego de un apoyo incondicional en la guerra en Irak se muestran ahora decepcionados por el respaldo de la Casa Blanca a la propuesta de reforma migratoria.

 Con los republicanos conservadores acusándolo de haberse «vendido», el presidente enfatizó ayer en su mensaje radial los obstáculos en lugar de las oportunidades que enfrentarían los cerca de 12 millones de inmigrantes ilegales si quieren legalizarse.

 «Esta legislación terminará con la migración en cadena al limitar los familiares que pueden acceder automáticamente a la «green card» (residencia permanente) a cónyuges e hijos menores», dijo Bush.  Las decisiones futuras sobre admisión de inmigrantes estarán basadas en el nivel educativo de los postulantes, sus habilidades profesionales, y el buen dominio del idioma inglés, y no en lazos familiares.