Bush vuelve defender guerra Irak

Bush vuelve defender guerra Irak

TOBYHANNA, EEUU (AFP).- El presidente estadounidense George W. Bush, debilitado políticamente, defendió el viernes su decisión de invadir Irak en 2003, refutando las acusaciones del opositor partido demócrata de que el gobierno había manipulado datos de inteligencia para desbancar a Saddam Hussein.

   «Estos ataques sin fundamento mandan señales equivocadas a nuestras tropas y al enemigo», dijo Bush en una base militar de Pensilvania (nordeste), en ocasión del Día de los Veteranos de guerra.

   La violencia en Irak y el aumento del número de soldados estadounidenses muertos (que ya sobrepasó la simbólica cifra de 2.000) opacó cualquier progreso político en Bagdad y contribuyó a llevar el índice de aprobación de Bush al peor nivel desde su asunción en 2000.

   Ante la imposibilidad de encontrar armas de destrucción masiva en Irak, argumento central de Bush para ir a la guerra, la oposición demócrata redobló sus acusaciones señalando que el presidente exageró intencionalmente la amenaza de Saddam Hussein para justificar el conflicto.

   Bush dijo que las Naciones Unidas, los servicios de inteligencia de todo el mundo y muchos representantes demócratas compartieron sus afirmaciones antes de la invasión liderada por Estados Unidas en marzo de 2003.

   «Es perfectamente legítimo criticar mi decisión, o la conducción de la guerra, pero es profundamente irresponsable reescribir la historia de cómo empezó la guerra», dijo Bush, quien recoge en los sondeos menos de 40% de opiniones favorables.

   Bush señaló que hubo amplio apoyo entre los demócratas «que tenían acceso a los mismos datos de inteligencia» para una resolución del congreso a fines de 2002 que lo autorizó a usar la fuerza para derrocar a Saddam Hussein.

   También mencionó las repetidas resoluciones de la ONU sobre Irak, que citaban la presunta presencia de armas de destrucción masiva en ese país, así como la declaración del senador John Kerry, su rival en la elección de 2004, de que el dictador iraquí tenía esas armas.

   Bush señaló además una investigación del comité de Inteligencia del Senado que no encontró «ninguna evidencia» de presión política a los analistas de inteligencia para cambiar sus hallazgos sobre los supuestos arsenales de Irak.

   Pero los demócratas habían indicado que ni esa investigación, ni el panel bipartito conocido como comisión Silberman-Robb, investigó si el gobierno usó o no en forma incorrecta los datos de inteligencia que recibió.

   El senador demócrata Ted Kennedy respondió rápidamente al discurso de Bush, considerándolo «un intento proselitista de reconstruir su propia credibilidad cayéndole a los que buscan la verdad sobre la evidente manipulación de la información de inteligencia».

   Por su parte, Kerry consideró que la administración Bush «había engañado a la Nación (…) alterando la realidad más allá del entendimiento». El dirigente de la oposición demócrata en el Senado, Harry Reid, indicó que su partido iba a «continuar presionando para obtener la verdad sobre los hechos».

   La reciente inculpación del ex director de gabinete del vicepresidente estadounidense Dick Cheney, Lewis Libby, por la filtración a la prensa del nombre de una agente de la CIA cuyo marido había cuestionado los argumentos dados para ir a la guerra, reabrió el debate público en Estados Unidos.

   En este marco, la Casa Blanca es sospechosa de haber intentado imponer silencio a un opositor a la guerra, el ex embajador Joseph Wilson, que puso en duda uno de los principales argumentos invocados por la administración Bush para iniciar la guerra: la compra de uranio en Nigeria por parte de Irak.

   A pesar de estar a la defensiva, Bush adoptó un tono netamente ofensivo en relación a la conducción de la «guerra contra el terrorismo». «La ideología mortífera del Islam radical es el desafío más grande de este nuevo siglo», dijo.

   «Nuestro futuro y el de la región (de Medio Oriente) están vinculados», añadió al presidente, apoyando también el proceso político actual en Irak. «Si la gente de esa región puede escoger su propio destino (…) los extremistas serán marginados», afirmó.

   La jefa de la diplomacia estadounidense, Condoleezza Rice, hizo el viernes una visita sorpresa a Irak para apoyar las elecciones legislativas previstas para el 15 de diciembre, y animar la formación de un Estado iraquí «unido» que evite una fractura del país.

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