Bush y Kerry retiran energía de agenda de campaña

Bush y Kerry retiran energía de agenda de campaña

El presidente George W. Bush aprendió la dificultad de crear una política de energía en Estados unidos durante su periodo presidencial. Los precios de la gasolina en aumento, las diferencias en relación con la Reserva Estratégica de Petróleo y la incapacidad de romper la dependencia de EEUU del petróleo importado, han representado problemas difíciles.

Y ciertamente, el señor Bush apenas mencionó la energía en la Convención Nacional Republicana de la semana pasada, y solo reconoció su apoyo a los carros híbridos, un tema con el que concuerdan ambos candidatos presidenciales.

 “Las posiciones de ambos candidatos no están suficientemente distantes en el contenido verdadero actual para los electores indecisos”, dice Amy Myers Jaffe, de Rice University, en Houston.

Pero los señores Bush y Kerry sí tienen diferencias importantes en cuanto a la política energética, principalmente sobre el asunto de si a las compañías se les debe permitir perforar en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (ANWR), en Alaska, y si se debería instar a los norteamericanos a que reduzcan su consumo de energía.

Ambos candidatos presionan a favor de la “independencia energética” mediante la explotación de los recursos locales, incluyendo los yacimientos frente a las costas del Golfo de México, para reducir la dependencia de las importaciones, especialmente del volátil Oriente Medio.

Aunque el énfasis de cada uno pudiera diferir, ambos atarían sus esfuerzos por la eficiencia y conservación con miles de millones de dólares en subsidios. Ambos están a favor de un carbón limpio, la energía nuclear, el desarrollo de alternativas renovables, como el etanol, y esperan mucho del potencial del hidrógeno.

Algunos objetivos, incluyendo la reducción de la dependencia del país del petróleo y una dependencia creciente de combustibles renovables como la energía solar, la biomasa y el viento, son más populistas que realistas, opinan los ejecutivos y especialistas de la industria.

Sin embargo, Roger Diwan, gerente administrativo de PFC Energy, el grupo de consulta de Washington, dice que hay una “diferencia ideológica fundamental” entre el punto de vista del candidato, cuando el señor Kerry intenta enfocar la demanda de energía y el señor Kerry el suministro.

Esto pudiera resultar crítico, si el suministro de petróleo se hace tan escaso como para precipitar una crisis: Dice el señor Diwan: “Usted no puede tener una política petrolera en EEUU si no controla la demanda rampante”.

El señor Kerry también ha exigido que el señor Bush deje de llenar la SPR –la Reserva Nacional de Emergencia de 670 millones de barriles de petróleo- mientras los precios se mantienen altos. Dick Cheney, el vicepresidente y ex-ejecutivo de Halliburton, la compañía de servicios petroleros, insiste en que cualquier alivio que determinara la distribución del petróleo de la SPR sería mínimo y de corta duración.

El señor Cheney también ha aclarado que la administración Bush acudiría a la SPR solo si EEUU pierde entre 5-6 millones de barriles al día de suministros, el equivalente a la mitad de las importaciones del país.

Mientras tanto, la perforación en la región ANWR, de Alaska, nunca llegó al salón del Senado durante la administración Bush. Ni siquiera los precios récords del gas natural ni el apagón masivo de agosto de 2003 movieron a los legisladores a aprobar el proyecto de ley de energía.

Aún sin el plan de explotación en Alaska, el proyecto de Ley de Energía de Bush no logró una votación favorable en el Senado el año pasado. Algunos republicanos se habían puesto del lado demócrata contra un artículo que ofrece alivio de pagos a los fabricantes de MTBE, un aditivo a la gasolina basado en etanol que, según se pensaba, contaminaba el agua en más de una docena de estados.

La experiencia debilitó el entusiasmo inicial de la administración Bush y eliminó el tema de la energía como tópico en un año electoral. “Es asombroso ver que no se pueda lograr”, dice Mike Simmons, quien como jefe de Simmons & Co, un banco de inversiones en la energía, ayudó a desarrollar la plataforma energética del entonces gobernador Bush, hace cuatro años. “Lamentablemente, llegué a la conclusión de que necesitamos un `11 de septiembre energético´ [para efectuar un cambio]”.

 “Con las ramas legislativa y ejecutiva y los tribunales, hay demasiados `chefs´ en la cocina”, dice el señor Diwan. La combinación de autoridades federales, estatales y locales, ha generado gradualmente una red de electricidad enredada, docenas de tipos diferentes de combustibles específicos determinados por los estados, y una red de gas natural que enfrenta escasez en medio de la oposición local a las terminales de importación de gas natural líquido (LNG).

El proyecto de Ley de Energía -un intento por mejorar esta situación- resultó finalmente un tejido remendado de intereses regionales, más que de partidos o de administración.

Un informe reciente de Neil McMahon, un analista de Sanford C. Bernstein, la firma de investigación de inversiones y administración de activos, esboza una serie de necesidades energéticas de EEUU no relacionadas, pero urgentes para el próximo periodo presidencial.

La lista incluye la construcción de otras dos refinerías más suficientemente grandes para procesar 500,000 barriles de petróleo al día, abrir tierras federales a la exploración, la construcción obligatoria de al menos cuatro instalaciones de LNG, la construcción de gasoductos para gas natural desde el Ártico, simplificar las especificaciones para los combustibles y promover el diesel.

“No creo que exista una solución mágica”, dice el señor Simmons. “Pero sí es necesario hacer mil cosas al mismo tiempo”, agregó.

“Es muy difícil para una administración lograr una política nacional”, dice Michelle Michot Foss, jefe del Instituto de Energía, Ley y Empresas de la Universidad de Houston. “Lo que presentó Bush y lo que está poniendo a prueba Kerry no difieren mucho”.

TRADUCCION: IVAN PEREZ CARRION

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