BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
La política, si se ejerce con apego a la verdad, es la ciencia noble que elogiaba Juan Pablo Duarte. Pero no siempre la política se ejerce con nobleza. La política también es una carrera desenfrenada, implacable, intolerante, llena de obstáculos colocados por rivales con malas artes, un camino lleno de traiciones y de promesas que no serán honradas.
Las fuerzas que se mueven en una sociedad actúan, como decía Martí, unas de cara al sol y otras ocultas. Las ocultas son las más peligrosas, las encubiertas, actúan de manera solapada, calculada y maliciosa con ánimo de engañar?y muchas veces lo logran.
16 de febrero de 1973, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Presidente del Gobierno Constitucionalista en Armas de 1965, es fusilado en las montañas de la cordillera Central, luego de un combate contra tropas de las fuerzas armadas.
¿Qué ocurrió, entre 1965 y 1973?
Los que lo saben no quieren hablar, se sienten culpables de complicidades rotas, de promesas incumplidas, de cobardías solapadas, de traiciones a ideales, luchas, recuerdos, camaradas.
Los que lo saben quieren que nadie recuerde que se comprometieron a respaldar un proyecto que luego, con pretextos baladíes y con cuestionamientos acomodaticios, abandonaron para seguir sus propios caminos llenos de falsedades, de posiciones engañosas.
Los que lo saben, necesitan que no se hable de ese tema, que no se toque esa tecla, que se olvide que el Héroe de Abril de 1965 rompió con todo para dedicarse a lo que se había comprometido con centenares de otros dominicanos: devolver la democracia al país, imponer el respeto a la soberanía nacional.
Los que lo saben recuerdan, aunque no quieran, que lo acordado nunca fue que Caamaño viniera al país con tan reducido número de hombres.
Los que lo saben continúan echando paja, polvo, cenizas y basura para ocultar recuerdos que debían atormentarles cuando se ven frente al espejo de sus traiciones o de sus incumplimientos.
Los que lo saben, saben que Caamaño era un hombre inteligente, valiente, conocedor del alma humana, capaz de cualquier desprendimiento por la Patria.
Los que lo saben, aprovecharon la limpieza de miras y los elevados sentimientos patrios de Caamaño para arrinconarlo en Cuba y tirarlo al olvido, en una actitud similar a la de aquellos que quieren apresar los recuerdos y botar la llave de la cárcel. Pero es no es posible, gracias a Dios.
Los que lo saben, saben que los planes involucraban a muchas personas que vivían entonces en el extranjero y a muchos que viven aquí.
Los que lo saben, muchos de ellos, son de los que no cumplieron el trato de trasladarse a Cuba a entrenarse con Caamaño y otros que quedaron en organizar frentes internos para acompañarlo cuando llegara al país.
Mirándolo bien, Caamaño se había convertido en un obstáculo para mucha gente.
Para los viejos líderes que no tenían, ni de lejos, credenciales de defensa de la Patria como él, antes al contrario.
Para los políticos jóvenes, porque veían en él al líder con calidad y capacidad para encaminar el país hacia destinos superiores.
Para los norteamericanos, porque sabían que en Caamaño tendrían un interlocutor que los conocía y a quien debían respetar.
Caamaño y su lucha son un ejemplo de hasta que sima es capaz de llegar el alma humana.
Y algo peor: cómo nos acotejamos, todos, una vez desaparecido el único que podía encabezar el trabajo para una Patria libre, independiente, democrática y progresista.
Esa fue la esperanza tronchada por las balas asesinas la tarde del 16 de febrero de 1973.
No dejemos caer su memoria y pongamos en su lugar a quienes lo llevaron a terminar como no debía.