Caamaño: abril y Caracoles (1 de 2)

Caamaño: abril y Caracoles (1 de 2)

NARCISO ISA CONDE
La expedición de Playa Caracoles de 1973 merece la más alta consideración en tanto expedición de valores trascendente, de moral combativa, espíritu de sacrificio, heroísmo e ideales revolucionarios. Especial significación hay que conferirle por haber sido encabezada por el principal líder político-militar de la principal gesta democrática y patriótica del siglo XX: la revolución de abril y la guerra patria de 1965.

Se trató (la guerrilla de Playa Caracoles) de un proyecto del coronel Caamaño y de un grupo de aguerridos revolucionarios entrenados en Cuba; un proyecto no compartido, por diversas razones, por otros destacados lideres constitucionalistas y por una gran parte de las fuerzas que protagonizaron la hazaña de 1965. Un proyecto con fuerte influencia de las posiciones preeminentes en Cuba durante los años 60, no necesariamente a tono con lo que mandaba el proceso dominicano.

No compartir un determinado proyecto revolucionario, no compartir tesis foquistas que lo inspiraba (expresándolo francamente con anticipación), no puede ser jamás considerado como un acto de traición o deslealtad. Y se incurre en injusta evaluación cuando se intenta llevar las diferencias concretas sobre ese acontecimiento y las trayectorias distintas posteriores, a ese terreno pantanoso.

Caamaño es una figura emblemática, un símbolo de lucha, componente relevante de la mística revolucionaria nacional, y es preciso no utilizarlo ni contra sí mismo ni contra sus compañeros de lucha, ya sean de abril o de Playa Caracoles.

Pienso que no debe obligatoriamente dársele carta de veracidad al contenido del documento confidencial, desclasificado en el año 2000, referido por el señor Bebe Rebozo, asistente entonces de Richard Nixon en la Casa Blanca, a Dick Allen de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Me refiero al documento en que, entre otras cosas, se afirma que los coroneles de abril, Manuel Ramón Montes Arache y Héctor Lachapelle Díaz, delataron al cubano gusano Camilo Padreda y al general Ney Tejada Alvarez (entonces «jefe del cuerpo de seguridad de Balaguer») «los planes de Caamaño y Bosch para traer una expedición al país».

Los órganos de inteligencia estadounidenses, especialmente la CIA, elaboraron, recibieron y remitieron, innumerables informaciones cargadas de medias verdades, distorsiones y mentiras relacionadas con la revolución de abril de 1965 y con los acontecimientos posteriores, previos al desembarco de Playa Caracoles en 1973.

Igual hicieron los mecanismos de inteligencia vinculados al régimen dominicano después de la intervención militar de 1965 y a raíz de los gobiernos de Joaquín Balaguer.

No pocos de esos informes estuvieron dirigidos a lograr determinadas decisiones presidenciales y/o a sembrar cizañas, promover divisiones y a atizar diferencias personales y políticas entre los protagonistas del principal acontecimiento histórico del siglo XX: la gesta de abril del 1965.

Especial empeño pusieron esos organismos al concluir la guerra patria, en afectar toda posibilidad de recomposición del movimiento constitucionalista liderado por Caamaño e integrado por los militares constitucionalistas, el Movimiento 14 de Junio, el Partido Comunista Dominicano (PCD), el Movimiento Popular Dominicano (MPD), el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), liderado por Juan Bosch, y el sector progresista del social cristianismo.

Previa a esas labores de inteligencia y de promoción de intrigas, Estados Unidos se empeñó en sacar a Caamaño y a los líderes militares constitucionalistas del país, factor fundamental de la unidad en el territorio nacional, eje del frente conformado durante la revolución. Y con esto crearon mejores condiciones para la división posterior.

Importantes esfuerzos de recomposición se hicieron entre las fuerzas internas y las del exterior después de la salida de Juan Bosch a Benidorn España. Pero ninguno de esos esfuerzos se concretaron en planes concretos de expediciones desde el exterior, o algo parecido, en los cuales estuvieron involucrados Juan Bosch y Francis Caamaño. Y es muy difícil que lo inexistente pueda ser objeto de delación o traición.

Conocí de muchos de los intercambios previos a la decisión, bastante compartimentada, de Caamaño viajar a Cuba. Y hasta donde sé, si bien Montes Arache, Lachapelle y Bosch pudieron conocer (inmediatamente antes o inmediatamente después) ese hecho, no se acordaron planes precisos de expedición; más bien predominaban los desacuerdos respecto a permanencia del líder de abril en Cuba.

Así me lo contaron Asdrúbal Domínguez y José Israel Cuello que estuvieron en Europa en los días de la partida de Francis a Cuba. Ambos dirigentes del PCD estuvieron en Holanda en la casa de Lachapelle el día que «desapareció» Caamaño. Después de muchos esfuerzos lograron hablar con él unos minutos (él estaba de visita allí) pero en ningún momento Francis le dijo que se iba para Cuba. Un día después se enteraron por el revuelo que se armó.

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