Caamaño en Europa (1966-1967)

Caamaño en Europa (1966-1967)

Caamaño en Europa, 1966-1967”, es un libro de historia contemporánea que tiene que ver con la vida de todos nosotros, y siendo un  texto abundantemente documentado, es al mismo tiempo el territorio de una fiera pasión. Lo escribió Hamlet Hermann, un hombre de pasiones; y  quisiera establecer, de entrada, el verdadero tema, la retícula de fuerza que mueven toda la indagación del autor, y el telón de fondo de  la inaguantable incertidumbre del personaje que atraviesa estas páginas, Francisco Alberto Caamaño Deñó;  que no es otra que el regreso a su patria,  saltar el cerco del exilio involuntario al que lo habían llevado las circunstancias históricas que él había encabezado.

Este libro  pudo haberse  llamado “Volver”, e incluso empinarse en la anáfora de la canción mexicana:  “y volver, volver, volver”; porque no otra cosa es lo que se juega en el escenario de la historia que se extrae de lo narrado. Puede que Hamlet Hermann no lo sepa, pero desde las páginas de este libro el futuro se vuelve esencia.

Cuando Francisco Alberto Caamaño  Deñó llegó a Londres, el domingo 23 de enero de 1966, tenía detrás el telón de fondo de la transformación de la historia. Hamlet Hermann sitúa esta transformación a partir de aquella tarde del martes 27 de abril de 1965, cuando en el puente Duarte el coronel Caamaño Deñó y los militares constitucionalistas aparecieron súbitamente en el combate cambiando el curso de los acontecimientos.  El combate era desigual, y pudo apreciarse, objetivamente, que había un líder que introducía en la conducción de la resistencia un entusiasmo de victoria y coraje.

Ese militar sublevado era el coronel Francisco Alberto Caamaño, quien asumía el riesgo glorioso de la epopeya, y se introducía de esta manera en el imaginario popular, cuajando un liderazgo que se vive a la manera de una historia a la vez verdadera e irreal.  

Pero cuando el 28 de abril de 1965 las tropas norteamericanas desembarcan en el país, se inicia de inmediato una lucha patriótica. Caamaño es el militar que ordena disparar contra el invasor, y al mismo tiempo es la figura histórica que el Congreso Nacional nombra Presidente de la República. Como símbolo,  Francisco Alberto Caamaño Deñó se había transformado para siempre, se trascendía a sí mismo.

Hamlet Hermann dice que el Francisco Alberto Caamaño Deñó que llegó a Londres para iniciar ese periplo europeo, tenía muy escondido en su corazón aquel juramento que había hecho ante el pueblo dominicano al renunciar a la presidencia de la República en armas, el 3 de septiembre de 1965, y que decía así:  “Juramos luchar por la vigencia de las libertades y los derechos humanos, y no permitir intento alguno para restablecer la tiranía”.    El cumplimiento o no de ese juramento será la apuesta histórica que se jugará el coronel de abril ante la historia.

Pero junto a la determinación del regreso están las numerosas artimañas de los servicios secretos para neutralizar las intenciones de Caamaño, atraérselo o sencillamente aislarlo e imposibilitarlo para la acción.  En  Europa Caamaño será el centro de una febril actividad de espionaje, y de un gigantesco crucigrama de hipótesis sobre su destino.

De Stafford Cambell a Ian Bell,  de los Informes de la Agencia Central de inteligencia de los Estados Unidos a la intermediación socializadora de Víctor Cabral Amiama; de las notas  de William Brubeck  a las confidencias del padre Juan Montalvo, del seguimiento del Foreign Office inglés a las pinceladas sicologistas  de Esteban Díaz Jáquez para el aparato de inteligencia cubano. Hasta las cartas íntimas, las de su estimado Jottin Cury, las de Juan Bosch, las de Chichita… son un entramado  que se inscriben ahora entre los guiños imprevistos de la historia.

Pero la historia posfactual no existe, y hoy podemos leer este relato que Hamlet Hermann nos escribe, empinado sobre una verdadera montaña documental; sabiendo que el coronel de abril cumplió su palabra.  Cuando en febrero del año 1973 desembarcó por Playa Caracoles toda esa atmósfera de pronósticos y presagios quedó confirmada o  desmentida. El coronel de abril hablaba con los hechos, se remontaba a su valor de paradigma, y asumía el compromiso del regreso rubricándolo con su propia vida. En la decisión que toman  los hombres y las mujeres en el espacio tiempo que les toca vivir hay siempre un nivel de angustia. Caamaño era un hombre que ya había vivido la guerra, conocía la responsabilidad de una decisión que puede llevar cierto número de hombres y mujeres a la muerte. 

Quizás por eso este libro se escribe, y quizás por eso, también, este libro es una cartografía del heroísmo.  Entrando en la dialéctica del enternecimiento y el odio, el héroe no es un ser de una sola pieza. Teme, duda, medita, se sacude de la dura tiranía de la cotidianidad y actúa. La forma bastarda de la historia es la mentira del héroe que nada lo conmueve. Porque, como dijo Jean Paul Sartre: “El hombre será todo lo que habrá proyectado ser”. Caamaño eligió, este libro es una demostración  de que así fue. Gracias a Hamlet Hermann por recordárnoslo.

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