POR VICENTA VÉLEZ CATRAIN
Muchas personas que me conocen me han sugerido con cariño que tengo la responsabilidad de escribir mis vivencias junto a Caamaño. Estas vivencias que por haber sido en la más estricta clandestinidad abarcan el importante período de su vida desde que salió de Londres hacia Cuba para organizar el entrenamiento de los hombres que le acompañarían en las jornadas de independizar la nación, hasta el desembarcó en playa Caracoles.
Durante ese período de su vida fui la única persona que tuvo la total información de todo lo que acontecía a su alrededor, tanto en la parte política, en sus relaciones con los demás grupos, los problemas relacionados con el entrenamiento, sus pensamientos, su criterio de cada hecho ocurrido, su observación de cada compañero, la meticulosa preparación de los planes, sus proyectos; en fin yo fui la única persona que por las circunstancias en que se encontraba, sus nostalgias, sus análisis sobre su infancia, su juventud , su vida como militar, su familia, a quien podía decir todo lo que pensaba, sus análisis de la realidad política dominicana, su concepto de los personajes principales en el escenario social de la República, así como su cosmovisión del mundo y las relaciones entre las potencias en ese momento histórico. Es a mí a quien muestra el gran amor que guardaba en su corazón para su pueblo, ese pueblo que un mes de abril lo acogió como su líder indiscutible para mantenerlo en ese sitial por siempre.
Yo pude palpar día a día su ansiedad de superación, formándose en el ejemplo de otros, que como él, hoy forjaron el camino, cuyas enseñanzas estudió profundizando en sus pensamientos y vivencias para lograr definir un pensamiento político que lo orientara en el propósito de darle a esta nación un proyecto nacional dominicano para que su pueblo tuviera mejor calidad de vida, educación, salud y se insertara en el concierto de las naciones cuyos población vive con dignidad.
No eludo esta responsabilidad, solo que tengo el temor de poder expresar con la claridad suficiente para explicar a su pueblo, todo el conjunto de ideas que conforman el ideario de este extraordinario ser humano, de este gigante entre los gigantes y como se fue conformando en los años de estudio, entrenamiento, discusiones con grandes líderes, como Fidel Castro y otros que constantemente lo visitaban para transmitirle sus experiencias. Nada de lo que he leído hasta ahora abarca esta dimensión, se acerca a lo que fue, si no que se han quedado en la narración histórica de la epopeya, por lo que a diario me pregunto reiteradamente cómo hacerlo sin que viole o contamine la pureza de su ideario.
Caamaño convertido en Román, nacido como un hombre nuevo, se fue a las montañas a luchar única y estrictamente contra los verdaderos enemigos de la patria, los causantes de la pobreza, de la corrupción, del entreguismo a las potencias extranjeras. Vino a decirle a su pueblo que sería implacable con ese enemigo y que solo lucharían junto a él, tanto en las montañas como en las ciudades, en las aulas, en las fábricas los mejores, los puros, los incorruptibles, los que estuvieran dispuestos a reconocer sus errores y sus defectos y a corregirlos, pero por sobre todas las cosas, los que estuvieran dispuestos con su actitud a responder con sus vidas para crear un hombre nuevo. Los que estuvieran dispuestos a superarse, como fue el gran ejemplo de (Eugenio) Heberto Lalane José, quien dio una demostración de lo que la voluntad y la conciencia son capaces de hacer superar el cuerpo de un ser humano.
Si en verdad Román quería ser el mejor y quería que todos fueran como él, lo hacía con voluntad, pero con tal naturalidad que podía pensarse al verlo que todos podríamos lograrlo. Nunca se sintió que había llegado a ese sitial, trabajaba pensando que era mucho lo que había que hacer, que era difícil, pero era posible.
En estos días del aniversario del desembarco y de su muerte, es imposible evitar revivir con intensidad toda esta historia repleta de amor, de patriotismo, de verdad, de desinterés, de proyectos difíciles pero no inalcanzables, de proyectos para hombres y mujeres, más allá de intereses personales o partidarios, para hombres y mujeres, porque no decirlo, grandes y puros, tan puros como ese cielo y ese aire, tan bellos como ese valle donde cayo Román para vivir eternamente.
Este año cientos de personas en representación de su pueblo, han querido estar presentes y han preparado en el aniversario actos, ofrendas, inauguraciones y firma de acuerdos.
Ha sido de mucha emoción para mí ver las autoridades de los lugares por donde Caamaño pasó, empeñados en que toda su gente conozca la historia, actos en lo que se mezclan los gobernadores, síndicos con estudiantes y gente del pueblo llano, tratando de señalar cada sitio y en cada lugar donde estuvo, haciendo un homenaje.
El día 2 de febrero se localizó el lugar exacto del desembarco, después de haber estado navegando en la noche a los fines de hacer la misma ruta ordenada por Caamaño y llegando exactamente al mismo lugar. Cientos de personas de la comunidad se dieron cita en ese lugar, todos repletos de emoción, bañados no solo por el salitre y el sol, sin también llenos de Patria.
El día 12 asistimos a la inauguración de la PLAZA FRANCISCO ALBERTO CAAMAÑO en el pueblo de San José de Ocoa, plaza que se encuentra en la calle que lleva el mismo nombre. En esta plaza donde se desvelizó un busto de Caamaño, está construida en un solar que la escuela pública cedió para que el ayuntamiento pudiera construir el monumento a los fines de que los estudiantes y su pueblo tuvieran a Caamaño como ejemplo.
En esta inauguración se reunió mucha gente, algunos de ellos portando fotografías que guardan en sus casas desde los tiempos de la gesta de Abril de 1965, otros con afiches que han venido saliendo, pero sobre todo llenos de orgullo de que Caamaño eligiera esa zona para, no solo por sus condiciones geográficas, si no por la calidad de su gente.
La verdad es que cuando estaba en la plaza con tanta gente buena y rodeada de montañas, la emoción rebozaba todo mi ser y el orgullo de ser dominicana me hacía sentirme tan grande y alta como las montañas.
Seguimos ese mismo día a Sabana Larga, también allí se hizo una ofrenda floral en el parque principal que lleva por nombre FRANCISCO ALBERTO CAAMAÑO DEÑO, también allí se aglomeraron cientos de personas del lugar, de San Francisco de Macorís, Baní, Las Charcas, Ocoa y otros lugares aledaños, para luego partir hacia el Valle de la Lechuga, lugar donde Caamaño tuvo su último combate.
El domingo 13 en el Valle de la Lechuga a mediodía y bajo un sol radiante, por medio de un acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ésta entregó formalmente la administración de esta área protegida a la FUNDACION CAAMAÑO. El acto de entrega fue realizado en el lugar donde se hallaron los restos de Caamaño y sus compañeros, al pie de la bandera nacional, donde se construirá un monumento con el nombre de memorial a FRANCISCO ALBERTO CAAMAÑO, para que los dominicanos aprendan a conocer y a querer a nuestra patria, nuestros bosques, nuestros ríos y a los hombres y mujeres que han luchado por ella.
Luego de la entrega, Claudio Caamaño realizó con los presentes un recorrido histórico por los lugares donde escenificaron el último combate. Este recorrido abarcó desde el lugar donde hicieron la última emboscada, el sendero que lleva al lugar de la captura y finalmente hasta donde fue fusilado por orden del entonces presidente Joaquín Balaguer.
Años atrás en Cuba, hablado sobre la posibilidad de caer en manos del enemigo vivo, me dijo: No, a mí no me cogen vivo. Sabiendo yo el gran respeto y el alto concepto que tenia del Che Guevara, le dije: Pero al Che lo cogieron vivo Con una mirada penetrante me dijo de una forma muy categórica: Puedes estar segura que si me agarran vivo, no van a dudar jamás que están frente a su enemigo. Me van a matar, me van a picar, me van a quemar, van a tratar de que no quede nada de mí, así será, puedes estar segura. Si eso sucede lo que quede de mí solo lo cubrirá la tierra y sobre ella querré tener el cielo dominicano y algún día, si mi pueblo decide, una bandera nacional.
Muy lejos estaban los que lo mataron (me refiero a los que dieron la orden no a los subalternos) de saber que queriéndolo eliminar estaban cumpliendo con una precognición y lo ayudaron a cumplir con su última obligación con la patria.
¡¡QUE VIVA LA REPUBLICA DOMINICANA!! Fueron las últimas palabras que pronunció Caamaño, QUE ESTABA SOLO EN ESE MOMENTO PENSABAN ELLOS, pero CAAMAÑO EN ESE MOMENTO ERA LA PATRIA Y LA PATRIA NO MUERE JAMÁS.