Caamaño y Che en Santa Clara

Caamaño y Che en Santa Clara

Era la madrugada del jueves 16 de febrero de 2012 cuando nos levantamos para realizar un anhelado viaje. Todavía predominaba la oscuridad y La Habana se resistía a despertar.

Otro 16 de febrero, sólo que viernes y en 1973, había sido asesinado el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó por órdenes del entonces Presidente de la República Joaquín Balaguer Ricardo. Caamaño había sido capturado por el pelotón de reconocimiento del sexto batallón de cazadores y entregado como prisionero, en buen estado físico, a la comandancia contrainsurgente de las fuerzas armadas dominicanas. Ellos cumplirían la orden presidencial.

Treinta y nueve años después de ese asesinato, nos disponíamos a realizar un sueño: conmemorar la muerte del héroe dominicano en el mausoleo donde reposan los restos del comandante Ernesto Che Guevara. Más de tres horas por carretera se hicieron interminables hasta que, a lo lejos, pudimos divisar una enorme bandera cubana ondeando a la entrada de la ciudad de Santa Clara. Al descender del vehículo nuestra mirada fue atraída por dos hileras de palmeras. Por curiosidad las contamos. Descubrimos que había 14 a cada lado de la plaza. “¿Por qué 14?”, preguntamos. “Para celebrar la fecha del nacimiento de Che, 14 de junio de 1928”, fue la respuesta. Dos fuentes de agua en forma de estrella de cinco puntas y un pavimento artísticamente decorado completan esa área.

Orientamos nuestra mirada hacia el otro extremo hasta encontrarnos con una colosal estatua del Guerrillero Heroico, tal como lucía en combate durante la batalla de Santa Clara en diciembre de 1958. En el pedestal se puede leer la inmortal frase: “Hasta la Victoria Siempre”. Un enorme muro calcáreo muestra esculpidas las imágenes de los compañeros cuyos restos reposan en el mausoleo. El texto de la carta de despedida que Guevara escribiera entonces al comandante Fidel Castro aparece en letras de bronce en una ancha columna.

Nos encaminamos hasta el pie de la estatua para colocar allí una ofrenda floral en honor a esos combatientes insignes. Expresamos nuestro respeto y admiración por hombres como Francisco Caamaño y Ernesto Guevara. Recalcamos el indisoluble vínculo entre los pueblos cubano y dominicano a lo largo de siglos de historia compartida, con éxitos y con fracasos, que hemos asumido para reforzar la hermandad.

Procedimos entonces a hacer un recorrido por todo el “Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara”. Predomina la plaza en la que se han reunido multitudes de más de un centenar de miles de personas. Recorrimos entonces por el museo donde están colocadas las fotografías, así como los objetos y documentos, que reflejan la vida de Che. Al verlos, buscaba en la memoria el impacto emocional que me produjeron cuando las vi por primera vez, años atrás. Che niño, Che joven, Che médico, Che aventurero, Che guerrillero, Che estadista. Ellas estimulaban nuestra memoria para asociarlas con Caamaño niño, Caamaño joven, Caamaño militar, Caamaño héroe, Caamaño jefe guerrillero.

Atrajo nuestra atención la gran cantidad de visitantes extranjeros, aparentemente europeos y canadienses, que allí se daban cita para rendir homenaje. Eran centenares de personas que tenían que formar filas de tres en fondo para visitar el museo. En silencio y entre palmeras esperaban por su turno para entrar al memorial. Allí está depositada la memoria histórica de Che, iluminada por una llama perpetua. Nuestra mayor sorpresa tuvo lugar cuando nos enteramos que la caoba que sirve de plafón a ese recinto fue llevada desde República Dominicana. Aquel ambiente que simboliza lo mismo una cueva que un refugio de la selva, recibía parte de su imagen solemne de la caoba color vino extraída de los bosques de la cordillera dominicana. Sutil mensaje de hermandad que transmitían los diseñadores de esa obra.

Culminamos nuestra visita con un conversatorio en la “Cátedra Ernesto Che Guevara” de la Universidad Central de Las Villas. Con profesores y estudiantes intercambiamos durante largo rato sobre el significado de la lucha de los pueblos. Ponderamos entonces el paralelismo de las vidas de Caamaño y de Guevara, a veces aparentemente divergentes. Sus vidas fueron líneas paralelas que, por definición, se encuentran en el infinito, que no es otra cosa que la liberación definitiva de los pueblos.

¡Loor a Caamaño y Che!

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