Caballo de Troya

Caballo de Troya

LEO BEATO
París, France. “Mois, Je aime mieux l’Espagne que la France” ( Yo amo mas a España, no a Francia), nos dice Pierre Robert, un gigantón africano nacido en el Congo. “Beaucoup de travail lá pour les africains” (mucho trabajo allá para los africanos),  reafirma Pierre pensando que soy oriundo de España. El hecho es que el tratamiento que se les da a los inmigrantes africanos aquí es muy diferente al que reciben en la península ibérica después de saltar la valla de Melilla o de Ceuta. En el mismo Maruecos la diferencia es diametralmente opuesta, pues allí los han estado usando como punta de lanza, de acuerdo al periodista Fernando Bogos, para crear una crisis que obligue a España a devolverle a Rabat los territorios ocupados.

 El hecho es que, al saltar la valla como un ganado errante, donde dejan colgando pedazos de sus propias entrañas, a estos inmigrantes se les recibe en España como a seres humanos. Se les cura las heridas y se les alimenta como Dios manda. Eso ha creado una imagen positiva de La Madre Patria entre estos inmigrante sub-saharianos que dan su vida por saltar la valla, como los dominicanos al cruzar el Canal de La Mona o los haitianos que violan la frontera para buscar trabajo en Dominicana (la llamada “invasión silenciosa” a la que se refería el general de los Marines Vernon Walters refiriéndose a los pueblos al sur del Río Grande). En todas partes se cuecen habas y por las mismas razones, las razones de la desesperación. Hay sicólogos sociales que opinan que en el subconsciente colectivo de los españoles se grabó la imagen de la legendaria Guardia Mora franquista montada en flamantes camellos que engalanaban cada año los desfiles de La Gran Vía conmemorando el triunfo nacionalista durante la Guerra Civil y su dos millones de desaparecidos. Quizás sea cierto pero no hay duda de que España sigue siendo un paraíso terrenal en el subconsciente de los sub-saharianos que continúan arriesgando sus vidas para penetrar en la península. Mas que un asunto de invasión silenciosa todo parece partir de la injusticia histórica inherente a sistemas crónicamente injustos que condenan a los pueblos  a un subdesarrollo perenne y a un suicidio colectivo a destiempo. Para muchos críticos europeos ésto equivale a lo que en Dominicana se conoce como “haitianización”. No olvidemos que tanto Toussaint como Dessalines inculcaron a sus correligionarios africanos a pensar de la isla de Saint Domingue como “une et indivisible”. Según esa teoría no existe tal división geográfica entre los dos países sino una desesperación por la subsistencia que los justifica a romper las barreras políticas tradicionales. Aún en los anales de la moralística cristiana se justifica la muerte cuando es en defensa propia como también se justifica el hurto para subsistir. De ahí que al escuchar estos eufemismos no nos queda mas remedio que remitirnos al profesor Samuel Huntington de Harvard y su teoría de la Mexifornia donde habla de que el estado de California con la constante penetración ilegal mexicana va a perder su identidad y su cultura angla con el consiguiente descenso de la calidad educativa que esta invasión conlleva. Este tipo de razonamientos ha dado pábulo a legislaciones xenofóbicas como la reciente Resolución # 200 en el estado de Arizona donde hasta se le niega a los indocumentados el derecho a la salud.

“Je veux travailler en Espagne” (deseo trabajar en España), declara Pierre Robert, el congolés de marras. Para los africanos existe una diferencia del cielo a la tierra entre encontrarse en cualquier parte de Europa o encontrarse en España. Lo mismo sucede entre los braceros mexicanos que cruzan el Río Grande o los dominicanos que cruzan el Canal de Mona. La diferencia de encontrarse en su país de origen o en los EE.UU. de las oportunidades es inconmesurable. Lo mismo sucede con los haitianos que van a cortar caña ilegalmente y a parir hijos en Dominicana. Obra sumisa y barata como en Europa pero, al mismo tiempo, un caballo de troya de trascendencia inimaginable. En estos momentos de globalizaciones y de TLC (Tratados de Libre Comercio) organismos como las Naciones Unidas (ONU), La Unión Europea (UE) y la Organización de Estados Americanos (OEA) tienen la ultima palabra. De hecho, en el Congreso norteamericano se han estado dando los primeros pasos para negar la ciudadanía a los hijos de padres indocumentados. Tienen que ponerle la brida a todos estos caballos de troya que deambulan por todas partes. Es como en el caso de la pobreza extrema en los países del tercer mundo que, de no resolverse de una vez por todas, terminará sumiendo en bancarrota a los sistemas socio-económicos de los del primer mundo haciendo imposible una convivencia internacional civilizada entre los pueblos del planeta tierra.

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