Cacao amargo en el Ecuador

Cacao amargo en el Ecuador

Hacía tiempo que no asistíamos a una reunión de la Organización Internacional del Cacao (ICCO), tan frustrante para el conjunto de países pequeños productores y exportadores de cacao que conforman esta organización, como la efectuada en Guayaquil, Ecuador, del 26 al 30 de marzo del año que discurre.  En la agenda había dos puntos resaltantes, ambos muy conflictivos: a) la pre-selección de los candidatos al puesto de Director Ejecutivo; y b) el posible traslado de la sede de la organización desde Londres hacia la capital de Costa de Marfil, Abidjan; decisión que el que estas líneas escribe, había firmado el 22 de noviembre de 2002, cuando ejercía las funciones  de presidente del Consejo de la ICCO y que por motivos de turbulencia política permanente, hasta ahora no se ha podido, o posiblemente querido, materializarse.

   Desde el inicio de las sesiones, el ambiente estaba caldeado entre los que abogaban porque hubiese una definición entre los tres candidatos que habían sido aceptados para optar para ser el Director Ejecutivo de la ICCO.  Los candidatos respaldados por sus respectivos gobiernos pertenecían a los países siguientes:  Ghana, Camerún y el Ecuador, ya que los de Nigeria habían sido descalificados por tener dos aspirantes, mientras los reglamentos solo aceptaban uno por país miembro.

   La cuestión de la sede era un asunto casi de vida o muerte para la Costa de Marfil, que había habilitado dos pisos en un moderno edificio, amueblado con equipos computarizados y otros elementos, ofrecimiento que había sido una panacea al momento que se hizo, ya que la ICCO atravesaba por una gran crisis económica y la oferta marfileña incluía el no pago del local por espacio de diez años, lo cual significaba un cuantioso ahorro para la organización.  Eventos políticos posteriores a la firma y la declaración de las Naciones Unidas que catalogó el riesgo para los funcionarios en Categoría 3 y 4, hizo que la mayoría de los países pertenecientes a la Unión Europea se opusiesen al traslado hasta que no existiesen condiciones que garantizasen la seguridad del personal de la organización, algunos de los cuales estaban renuentes a su traslado a la ciudad de Abidjan y habían solicitado su liquidación, de materializarse el mismo.

  En un hecho insólito, los representantes de Costa de Marfil, Ghana, Camerún, Ecuador y el portavoz de los Consumidores, a unanimidad acordaron presentar al pleno una moción que implicaba el mantenimiento del Director Ejecutivo ad-ínterin hasta el año 2015.

Este largo compás de espera abrigaba la esperanza de que la situación política en Costa de Marfil se estabilizara y entonces el traslado de la sede sería una acción conjunta del Consejo, ya que tanto la Unión Europea por intermedio del portavoz de los Consumidores, como los votos de Costa de Marfil y Ghana, decidieron por encima de la voluntad de las minorías, que patalearon inútilmente para que se cumpliera con la Agenda que previamente había sido aprobada por el pleno.

   Nuestra delegación, con anterioridad también había participado en una reunión en Quito con miras a la formación de la Organización de Países Productores de Cacao Fino o de Aroma (FINACAO), ya que nuestro país es un importante productor, no solo de cacao fino o de aroma, sino el principal exportador mundial de cacao orgánico.  Por falta de coordinación, otros países que debían asistir no se hicieron presentes a la convocatoria y la decisión de formar la organización quedó suspendida para otra ocasión.

   Demás está declarar, que fruto de esas desavenencias entre países productores y exportadores, los especuladores que accionan en las Bolsas de Productos Básicos, aprovecharon las mismas para bajar los precios del grano en casi 600 dólares la tonelada métrica en un lapso no mayor de quince días.  Es una lástima que todavía los países productores de cacao, no entendamos la máxima que dice «la ropa sucia se lava en casa».  Debimos mostrarnos con fortaleza y resaltar también una solidaridad que brilló por su ausencia.  Algún día aprenderemos a no tropezar dos veces con la misma piedra.

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